Los problemas de Kant con la censura apareceron primero con la aparición de la Crítica, con
prohibiciones de enseñarla en varias universidades alemanas, sobre todo en el
sur de Alemania y en Austria; más tarde, tuvo un serio problema ya en el apogeo
de su fama cuando intentó publicar una serie de artículos sobre la religión a
partir de 1790. El nuevo ministro de cultura había impulsado dos decretos de
censura muy restrictivos, en un contexto marcado por la situación
revolucionaria en Francia. El segundo artículo de la serie sobre la religión se
topó con una prohibición, que disgustó mucho a Kant, por lo que reunió cuatro
artículos sobre el tema y los publicó como libro (La religión dentro de los límites de la mera razón, 1792) usando subterfugios para burlar a la censura.
Y posteriormente escribió más artículos de temática similar a favor de un cristianismo
más liberal, con claros toques secularizadores. Como reacción al último
artículo de este tipo, “El fin de todas las cosas”, le llegó una prohibición
para enseñar o publicar sobre temas de religión firmado por el mismísimo kaiser Federico Guillermo II. El enfado
de Kant fue enorme y siguió escribiendo borradores sobre esos temas; de tal
manera que cuando el rey murió en 1798, Kant consideró que la prohibición de
publicar sobre temas religiosos había expirado con su muerte y publicó
inmediatamente otro libro cuya última parte tocaba directamente el tema
religioso, El conflicto de las facultades.
En octubre de 1794 Kant recibió una orden, refrendada por el ministro Wöllner, en la que se decía:
La más alta personalidad del Estado ha visto, desde hace mucho tiempo, con gran desagrado, el mal uso que hacéis de vuestra filosofía, desfigurando y menospreciando algunas doctrinas fundamentales de las Sagradas Escrituras y del Cristianismo, como lo habéis hecho principalmente en vuestra obra Religion innerhalb er Grenzen der blossen Vernunft ("La Religión en los límites de la razón pura"), y en otros folletos. No dudamos que vos mismo comprenderéis que de este modo procedéis impunemente contra vuestro deber, como maestro de la juventud, y contra nuestros paternales deseos. Apelamos al testimonio de vuestra conciencia y esperamos que en adelante evitaréis nuestro desagrado, y que, en cumplimiento de vuestro deber, pondréis vuestro prestigio y vuestros talentos al servicio de los altos intereses de la patria, como es nuestro paternal deseo. En caso contrario, nos veríamos precisados inevitablemente a adoptar medidas desagradables.
La rudeza del ataque a la libertad docente conmovió
profundamente a Kant. Tal atropello no hubiera sido posible sin un
cambio radical de criterio en el Gobierno. El ministro von Zedlitz, el
gran colaborador de Federico II, había sido uno de los más fervorosos
admiradores de Kant y de su filosofía. Estudiaba los extractos de sus
lecciones, que con gran celo se proporcionaba, y escribió a Kant cartas
sumamente cariñosas, que demostraban su respeto y admiración. Kant
mostrose tan agradecido a estas deferencias, que le dedicó con nobles y
sentidas palabras su "Crítica de la razón pura". Al morir Federico el
Grande, en 1786, le sucedió en el trono su sobrino Federico Guillermo
II.... Ya en 1788 había desaparecido Zedlitz y fue sustituido por
el predicador Wöllner, que muy pronto impuso un dogmatismo cerril e
intransigente a párrocos, estudiantes y maestros de Teología.
En relación con estos asuntos se estableció una mezquina
censura. Una de las principales causas fue el recelo con que se veía el
interés que en Alemania despertaba la Revolución francesa. Todos los
espíritus avanzados la consideraban como un acontecimiento trascendental
para el progreso y para la humanidad. El mismo Kant veía
originariamente en ella un testimonio del poder incontrastable de las
ideas morales. La lucha de la libertad contra la fuerza, de la autonomía
contra la heteronomía y la autoridad, de la igualdad ante la ley contra
la injusticia y el capricho al uso en aquella época, se reputaba como
empresa digna de todo esfuerzo. Pero precisamente este interés público
por la Revolución francesa pareció sospechoso y lleno de peligros a los
gobernantes prusianos
Estas reprensiones a Kant fueron motivadas porque su obra sobre
la Religión dentro de los límites de la mera razón apareció en su primera edición, a pesar de la prohibición
de la censura de Berlín, por intervención de la Facultad de Jena el año
1794; y ya en el año siguiente se hizo de ella una segunda edición. Ya
en marzo de 1794 escribía Federico Guillermo II a Wöllner: "No debe consentirse por más tiempo la publicación de los funestos escritos de Kant".
Wöllner prefería un procedimiento más suave, pero el Rey mismo le
obligó a proceder con más energía. Si no se hizo así ya en el mismo año
1793, fue debido a la guerra con Francia.
Kant conocía perfectamente lo que en contra suya se tramaba en
Berlín. Aunque preveía su destitución de la cátedra, publicó el folleto,
en el cual protestaba enérgicamente contra el nuevo régimen de la
Iglesia. Entre otras cosas, dice que dondequiera que una autoridad
arbitraria trata de imponer violentamente el Cristianismo, pierde éste
completamente su fecundidad y simpatía.
Kant defendía la armonía
entre el Cristianismo y las más puras y racionales creencias morales, lo que
era precisamente su mejor y más irrefragable apología. Pero mantuvo que se abstendría en
delante de hacer manifestaciones públicas sobre Religión. "Me parece lo
más seguro -decía-, afirmar solemnemente como fidelísimo súbdito de la
eterna majestad real, que en adelante me abstendré de hablar
públicamente de Religión natural o revelada, ni en la cátedra ni fuera
de ella en mis escritos". Más adelante confesaba Kant que había empleado
deliberadamente la expresión "eterna majestad real" para no renunciar a
la libertad de pensamiento definitivamente, sino sólo durante la vida de
este rey
Fuente: O. Külpe, Kant, ed. Labor, Barcelona, 1925Cuestiones:
- ¿Por qué fue censurada la obra de Kant?
- ¿En qué sentido influyeron en Kant los revolucionarios franceses?
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