domingo, 1 de diciembre de 2019

Algunas cuestiones polémicas de la teoría marxista.


Algunas cuestiones polémicas de la teoría marxista son la necesidad de la violencia revolucionaria, las relaciones entre democracia y revolución, la dictadura del proletariado, o la ausencia en Marx de una teoría alternativa del Estado. Respecto a la primera cuestión, es necesario considerar las formas de lucha no violenta desarrolladas durante el siglo XX (Ghandi, Luther King…) aunque también el hecho de que los derechos y libertades no han sido otorgados a los de abajo, sino que se han conquistado a través de largas luchas y violentas represiones. También que Marx proclamó que en el comunismo, con la desaparición de las clases sociales, no sería necesario el Estado, pero consideró necesaria una inversión previa del sentido de dominación de clase existente bajo el capitalismo, y llamó a esto “dictadura del proletariado”. Por último, en relación con el modelo de sociedad comunista de Marx, éste la describía así en 1875:
Sólo cuando haya desaparecido la subordinación de los individuos a la división social del trabajo así como la oposición entre trabajo intelectual y trabajo corporal, cuando el trabajo no sea ya medio de vida, sino la primera necesidad de la vida, cuando todas las fuentes de la riqueza cooperativa fluyan en abundancia, o sea, en una fase superior de la sociedad comunista, sólo entonces la humanidad podrá escribir en sus banderas: De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”·.

LA CRÍTICA ANARQUISTA. Tanto el anarquismo como el comunismo marxista buscaban en última instancia la abolición de la propiedad privada y la sociedad sin clases sociales, ni Estado, mediante una revolución social. No obstante, anarquistas y marxistas han estado enfrentados desde que Pierre Joseph Proudhon, que conocía a Marx y Bakunin, afirmó que así como la tesis del capitalismo garantiza la libertad aboliendo la igualdad, la antítesis comunista sufre la contradicción opuesta. Proudhon señaló que sólo con la síntesis del mutualismo se pueden resolver estas contradicciones, lo que provocó la ruptura de Marx con Proudhon, expresada en su escrito crítico Miseria de la filosofía (1847).
El enfrentamiento entre marxistas y anarquistas alcanzó su clímax en la lucha entre los partidarios de Marx y los de Mijaíl Bakunin por el control de la Primera Internacional, y que acabó con la ruptura de la misma en 1872. La base del conflicto se centraba en que, así como los marxistas creían en la necesidad transicional de un Estado bajo control de los trabajadores (la «dictadura del proletariado») y que a su vez se encargara de controlar la economía («planificación central»), los anarquistas pensaban que el camino al socialismo (o al comunismo) pasaba por la destrucción del Estado. Para los anarquistas, un Estado socialista repetiría las características de opresión y privilegio contra las que luchaban, al tiempo que, al extender los poderes a la organización de la vida económica, resultaría ser incluso más opresivo-
Otra confrontación se encontraba en el papel que tenían lucha económica y la lucha política en la emancipación de la clase obrera. Para los marxistas, como el objetivo de la lucha proletaria era la conquista del poder político, la lucha política ocupaba un lugar central. Para los anarquistas, la única lucha política válida era la lucha por la destrucción revolucionaria del Estado, que esperaban surgiera de la lucha económica.
La controversia entre anarquistas y marxistas pasa también por las formas de organización y métodos de lucha de las masas explotadas y la relación de los revolucionarios con éstas. Mientras los herederos del marxismo continúan reivindicando las prácticas político-partidarias con métodos centralistas, los herederos del anarquismo reivindican la organización asamblearia, la federación y la democracia directa.

LA CRÍTICA LIBERAL. El liberalismo ha dirigido su crítica a dos aspectos clave del pensamiento marxista: el historicismo y su justificación del socialismo como régimen colectivista para una futura clase obrera. Un socialismo estatal pro-obrero termina, para estos autores, en manos de una elite de partido sin control de ninguna clase, y luego en manos de una clase burocrática que derriba dicha elite. Pero que semejante socialismo surja directamente de una fuerza social previa, esto es, que requiera de una previa movilización obrera que luego las vanguardias revolucionarias terminan dirigiendo, sería prueba de que el socialismo burocrático es consecuencia históricamente necesaria de un socialismo obrero totalitario de masas que requiere de elites para su organización.
Como ha señalado Fco. Fernández Buey, a pesar de los crímenes cometidos en nombre del socialismo, desde que este se hizo poder, durante el siglo XX, el impulso ético de la tradición socialista sigue teniendo un papel importante entre las gentes explotadas y oprimidas de comienzos del siglo XXI. Las tradiciones emancipatorias, de la que el socialismo forma parte, duran mucho más que los programas políticos en que a veces arraigan, Probablemente, como afirma Fernández Buey, “en estos años, entre tanto pensamiento voluntariamente débil, tanto movimiento social de un solo asunto, tanta soberbia cientifista y tanto irracionalismo compensatorio, no ha brotado todavía otro pensamiento que tenga, como lo tuvo el viejo marxismo, la fuerza de las creencias populares. Ha habido y hay, desde luego, otras teorías mejores y más finas en el análisis de aspectos parciales de la sociedad capitalista, pero ninguna ha logrado hasta ahora juntar vocación analítica, espíritu crítico y voluntad de emancipación a favor de los explotados y oprimidos”.
Aunque en la actualidad se hable de la teoría del fin de las ideologías, en realidad vivimos una fase histórica hiperideológica, la del neoliberalismo conservador, que sólo una falta de formación histórica lleva a algunos a presentar como única alternativa, como una opción supuestamente “realista” y “desideologizada”.