martes, 14 de febrero de 2012

John Locke, el liberalismo y la Constitución de Cádiz

     El pensamiento de John Locke tuvo fuerte influencia en algunos de los pensadores políticos españoles de finales del siglo XVIII, como Jovellanos, Foronda, Cabarrus, Arrojal...: "La trilogía lockeana de libertad, propiedad y seguridad fue comentada por Foronda; en el epistolario de Jovellanos aparece con frecuencia referencias a Locke. La soberanía del pueblo y la separación de poderes, más flexible que en Montesquieu, fueron citas frecuentes. Locke penetraba además además del constitucionalismo americano, de cuyo conocimiento hicieron gala los diputados de Cádiz" (A. Fernández García, Las Cortes y la Constitución de Cádiz, 2010:49).
      No obstante, pese a la evidente difusión del constitucionalismo británico representado en la teoría de Locke, los liberales españoles recelaron del poder del monarca y de la representación especial de la nobleza y el clero. "Para frustración de Jovellanos y Lord Holland, los liberales gaditanos prefirieron seguir la senda de los franceses del 89", siguiendo las teorías de autores como Montesquieu y especialmente Rousseau.

viernes, 10 de febrero de 2012

¿Sociedades sin Estado?

Hemos debatido en clase, desde que vimos la teoría platónica, sobre el origen del Estado, su necesidad, sobre el supuesto carácter "natural" de las divisiones sociales. Discutíamos sobre el carácter ahistórico y etnocéntrico que en ocasiones damos a estos conceptos políticos. Así lo hemos visto también en el texto de John Locke. Comentábamos que, frente a la concepción de Locke del estado de naturaleza como paso previo a la comunidad política (ante la necesidad de resolver la arbitrariedad del primero en la resolución de conflictos), el antropólogo francés Pierre Clastres (Investigaciones en antropología política, Gedisa, 1987) ha señalado la existencia de sociedades sin Estado, las sociedades primitivas, "cuyo cuerpo no posee un órgano de poder político separado" (sociedades en las que el poder no está separado de la sociedad).
Hemos visto que, desde la filosofía griega, lo político es analizado como el ejercicio del poder, por uno o algunos, sobre el resto de la sociedad: "La sociedad no parece pensable sin su división entre los que mandan y los que obedecen, y allí donde falta el ejercicio del poder nos encontramos en lo infra-social, en la no-sociedad" (en el caso de Locke, con el "estado de naturaleza"). Así juzgaron los primeros europeos a los indios de América del sur, en los comienzos del siglo XVI. "Al comprobar que los jefes no poseía ningún poder sobre las tribus, que nadie mandaba y nadie obedecía, declararon que esas gentes no eran civilizadas, que no se trataba de verdaderas sociedades: Salvajes sin fe, sin ley, sin rey".
A los propios antropólogos ha llamado la atención la particularidad de que en las sociedades primitivas "aquellos que llamamos líderes están desprovistos de todo poder"; el jefe no posee más que un deber: "ser portavoz, comunicar a los Otros el deseo y la voluntad de la sociedad". "El jefe en la tribu está bajo vigilancia: la sociedad vela para no dejar que el gusto por el prestigio se torne deseo de poder. Si el deseo de poder se hace demasiado evidente el procedimiento llevado a cabo es simple: se lo abandona, a veces, incluso se lo mata".
Y no debemos mirar a estas sociedades primitivas como embriones infra-políticos o fases atrasadas en la evolución histórica de las sociedades, sino que son sociedades completas, adultas, que "carecen de Estado porque se niegan a ello, porque rechazan la división del cuerpo social en dominadores y dominados". Estas sociedades rechazan un poder separado de la sociedad, intentan conjurar la aparición en su seno de la desigualdad.
Por todo lo anterior, como señala Clastres, "el ejemplo de las sociedades primitivas nos enseña que la división no es inherente al ser social; en otros términos, que el Estado no es eterno, que tiene en todas partes una fecha de nacimiento... Y quizá la solución del misterio sobre el momento del nacimiento del Estado permita esclarecer también las condiciones de posibilidad (realizables o no) de su muerte".

jueves, 9 de febrero de 2012

El surfista de Rawls y la renta básica de ciudadanía

Comentábamos en clase acerca del dilema del surfista que, según John Rawls, con su "gorroneo" lograba romper el contrato social establecido, según Locke, entre los ciudadanos de una comunidad. Alicia Rodríguez Moreno ha tenido la amabilidad de enviarnos algunos comentarios y enlaces en relación con este dilema, así como sobre la debatida cuestión de la renta básica de ciudadanía:

(Con la renta básica de ciudadanía) Todos tenemos así una base igual de donde partir. Es sobre todo para intentar erradicar la pobreza y tener una base igualitaria, un verdadero y real "mismo punto de partida". Se pretende colaborar con las personas para que puedan salir de la pobreza y evitar que se creen "pobres crónicos".
Antes estaba en contra, ¿por qué darles dinero cuando no aportan nada a la sociedad? Pero creo que es una manera de poder vivir dignamente, acorde con la sociedad actual; y que una renta básica, por poca que sea, dará calidad de vida a los habitantes de una comunidad. Siendo sinceros, lo que de verdad me hizo replantearme mi postura fue cuando me imaginé una persona, en este caso una mujer en la mendicidad, sin nada de dinero...
 Alicia recoge también algunos enlaces con una explicación más detallada de en qué consiste la renta básica, como el blog de Rafael Silva, o el trabajo de Javier Flax; así como noticias de prensa actuales en los que desde algunos partidos de izquierda, como Izquierda Unida, se reclama la puesta en marcha de la renta básica en Andalucía.

sábado, 4 de febrero de 2012

Revueltas campesinas en la Inglaterra de John Locke

Junto a las revoluciones liberales burguesas, de las que John Locke es considerado uno de sus teóricos más importantes, existieron también en la Inglaterra del siglo XVII, y en otros países europeos, importantes revueltas campesinas. Un movimiento que se enfrentaría a la vez a la vieja aristocracia y a la joven burguesía propietaria. 

En abril de 1649, un grupo de campesinos expulsados de sus tierras se instalaron en Walton, un terreno comunal cerca de Londres. Eran los cavadores (diggers), que empezaron a cultivar la tierra baldía de forma común. El movimiento fue rápidamente reprimido, pero se extendió por todo el centro y el norte de Inglaterra durante los años 1650, con la organización en común de las tierras de barbecho ocupadas y su explotación de forma igualitaria. 
Predicaban un programa de colectivización de la tierra ("la tierra para el pueblo") y de la Naturaleza, propugnando un gobierno comunal-asambleario, base de una variante de "República sin Estado", por lo que ha pasado a la historia posterior como un precursor del anarquismo. 

Esta revolución campesina fue aplastada, y finalmente, nobles y burgueses pactaron, hacia finales del siglo XVII, y como preconizaba Locke, la Monarquía constitucional. 

 Incluso dentro de la pequeña burguesía de artesanos y comerciantes, surgió un movimiento acaudillado por Lilburne, hacia la década de 1645, y que organizó un ejército conocido como los Levellers (Niveladores), cuyo programa iba más allá del "derecho burgués" defendido por Cromwell, y que exigía el sufragio universal masculino para acceder al Parlamento, la implantación de una democracia republicana y el fin del privilegio aristocrático.

Existieron, pues, propuestas más radicales que la representada por el liberalismo de John Locke, que acabaría aliado a la vieja aristocracia, frente a propuestas más democráticas, y manteniendo el poder moderador y representativo de la monarquía.

(Fuente: Bernat Muniesa, Días rebeldes, Octaedro, pp. 70-72)

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué demandas planteaban estas revueltas campesinas frente a las clases dominantes? ¿Qué modelos de gobierno defendían?