sábado, 20 de febrero de 2016

viernes, 19 de febrero de 2016

La filosofía en la segunda mitad del siglo XIX: Friedrich Nietzsche (1844-1900)


El filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) ha sido considerado, junto con Karl Marx y Sigmund Freud, uno de los "maestros de la sospecha". En el caso de Nietzsche la sospecha recayó en la moral del resentimiento, vengativa contra los valores de la vida y del cuerpo, de la moral judeo-cristiana que había impregnado la cultura occidental.

Su amiga y escritora Lou Andrea Salomé le hizo este "Retrato de filósofo con bigote":
Al contemplador fugaz no se le ofrecía ningún detalle llamativo. Aquel varón de estatura media; vestido de manera muy sencilla pero también muy cuidadosa, con sus rasgos sosegados y el castaño cabello peinado hacia atrás con sencillez, fácilmente podía pasar inadvertido. Las finas y extraordinariamente expresivas líneas de la boca quedaban recubiertas casi del todo por un gran bigote caído hacia delante; tenía una risa suave, un modo quedo de hablar y una cautelosa y pensativa forma de caminar, inclinando un poco los hombros hacia delante; era difícil imaginarse a aquella figura en medio de una multitud -tenía el sello del apartamiento, de la soledad. Incomparablemente bellas y noblemente formadas, de modo que atraían hacia si la vista sin querer, eran en Nietzsche las manos, de las que él mismo creía que delataban su espíritu. Similar importancia concedía a sus oídos, muy pequeños y modelados con finura, de los que decía que eran los verdaderos 'oídos para cosas no oídas'. Un lenguaje auténticamente delator hablaban también sus ojos. Siendo medio ciegos, no tenían, sin embargo, nada de ese estar acechando, de ese parpadeo, de esa no querida impertinencia que aparecen en muchos miopes; antes bien, parecían ser guardianes y conservadores de tesoros propios, de mudos secretos, que por ninguna mirada no invitada debían ser rozados. La deficiente visión daba a sus rasgos un tipo muy especial de encanto, debido a que, en lugar de reflejar impresiones cambiantes, externas, reproducían sólo aquello que cruzaba por su interior. Cuando se mostraba como era, en el hechizo de una conversación entre dos que lo excitase, entonces podía aparecer y desaparecer en sus ojos una conmovedora luminosidad: mas cuando su estado de ánimo era sombrio, entonces la soledad hablaba en ellos de manera tétrica, casi amenazadora, como si viniera de Profundidades inquietantes..."

Sobre este filósofo, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, puedes ver el siguiente interesante documental de la BBC
CUESTIONES:
- A partir del documental de arriba señala algunos datos biográficos y las etapas de la obra de Nietzsche.
- Define algunos de los conceptos básicos explicados en el documental anterior: voluntad de poder, nihilismo, superhombre, transvaloración de todos los valores...

PARA SABER MÁS:
También puedes leer muchos de sus textos en la página argentina Nietzsche en castellano.
Para saber más de su vida y su obra, puedes consultar, en inglés, la página de la Enciclopedia Standford de Filosofía.
Para conocer el pensamiento de Nietzsche puedes consultar la página de Bípedos implumes buscan logos.
Sobre la obra de la que vamos a comentar en clase un capítulo, El crepúsculo de los ídolos, puedes leer la introducción de Santiago Lario aparecida en la revista A Parte Rei.
Para la actualidad de Nietzsche puedes sacar algunas notas de la interesante entrevista al profesor Nicolás A. González Varela.

Introducción a Friedrich Nietzsche

Documental sobre Nietzsche presentado por Fernando Savater.
 Cuestiones:
- ¿Podrías destacar algunos de los datos biográficos que permiten conectar pensamiento y vida en la obra de Nietzsche?
- ¿Podrías explicar algunos de los conceptos, a veces polémicos, que aparecen en el vídeo: voluntad de poder, superhombre, transvaloración de todos los valores, eterno retorno, nihilismo, muerte de Dios..?

En el año 2000 (el 21 de junio), el suplemento El Cultural, del diario El Mundo, publicó un Monográfico dedicado al centenario de la muerte de Friedrich Nietzsche. En él colaboraron destacados intelectuales españoles: Andrés Sánchez Pascual, Remedios Ávila, Manuel Barrios, Germán Cano, Miguel Morey, Julio Quesada, José Antonio Marina, el compositor Cristóbal Halffter, Eugenio Trías, José Luis Molinuevo y Jaime Siles. Pinchando en lo subrayado arriba podrás leer algunos de estos comentarios y análisis sobre la actualidad o lo "intempestivo" (todavía hoy), del pensamiento de Nietzsche.
Cuestiones:
- Puedes elegir alguno de los artículos del monográfico anterior y hacer una breve reseña sobre su contenido, así como una valoración.
 

Presentación del texto de Nietzsche "La razón en la filosofía"

En la página del profesor Agustín Sánchez Bravo tenéis un detallado análisis del texto.

Sobre "El crepúsculo de los ídolos"

El crepúsculo de los ídolos es una obra del pensador alemán Friedrich Nietzsche, publicada en 1887. Se subtitula "Cómo filosofar a martillazos", y su título encerraba una ironía contra Richard Wagner, compositor con el que Nietzsche había roto relaciones hacía algunos años.
Wagner había compuesto una ópera titulada "El crepúsculo de los dioses", la cuarta y última de las óperas que componen el ciclo de El anillo del nibelungo. La ópera de Wagner narra la historia de cómo el anillo maldito hecho con oro robado al Rhin por el enano Alberich, perteneciente a la raza de los Nibelungos, causa la muerte de Sigfrido, pero también la destrucción del Walhalla, la morada de los dioses, donde moraba Wotan (Odín). El crepúsculo de los dioses hace referencia, en el contexto de la mitología germánica, a la profetizada guerra entre los dioses que conduciría al fin del mundo.


Como ha señalado A. Sánchez Pascual en su introducción al libro que comentamos:  "Si desde el punto de vista del contenido este libro aborda la totalidad de los problemas estudiados por Nietzsche a lo largo de sus incursiones por los campos del pensamiento, también desde el punto de vista de la forma es un muestrario completo de los «estilos» en que él llegó a ser maestro. Tenernos la sentencia breve y el desarrollo minucioso de un tema en varios apartados, tenemos el aforismo de largo aliento y el asalto repetido a una misma cuestión desde diversas perspectivas. Con razón fue esta obra la primera que adquirió notoriedad e hizo «famoso» a su autor".

Nietzsche se propone, como nos cuenta en el prólogo del libro que comentamos, "auscultar a los ídolos". Pues "hay más ídolos que realidades en el mundo: este es mi «mal de ojo» para este mundo, este es también mi «mal de oido».. Hacer aquí alguna vez preguntas con el martillo, y oír acaso, como respuesta, aquel famoso sonido a hueco que habla de entrañas llenas de aire - qué delicia para quien tiene todavía orejas por detrás de las orejas, - para mí, viejo psicólogo y cazador de ratas, ante el cual tiene que dejar oír su sonido cabalmente aquello que querría permanecer en silencio..."
Y continúa señalando: "También este escrito - el título lo delata - es ante todo un esparcimiento, un rincón soleado, una escapada a la ociosidad de un psicólogo. ¿Acaso también una nueva guerra? ¿Y son auscultados nuevos ídolos?... Este pequeño escrito es una gran declaración de guerra y en lo que se refiere a la auscultación de los idolos, esta vez no son ídolos de nuestro tiempo, sino ídolos eternos los que aquí son tocados con el martillo como con un diapasón,-no hay en absoluto ídolos más viejos, más convencidos, más llenos de aire que éstos... Tampoco más huecos... Esto no impide que sean los más creídos; tampoco se dice en modo alguno ídolos, sobre todo en el caso más aristocrático..."
Los 44 breves aforismos del primer apartado de "El crepúsculo de los ídolos" apuntan contra la filosofía, la moral, el Reich alemán, el arte, la ciencia...
El segundo apartado del libro es una monografía sobre "el problema Sócrates", que es sometido una vez más a examen.
El apartado tercero, sobre "La razón en la filosofía" es el que vamos a leer y comentar en clase. Es un texto central en lo que podríamos denominar la "metafísica" de Nietzsche, como señala A. Sánchez Pascual en su introducción (Alianza). Nietzsche describe la idiosincrasia del filósofo, del filósofo típico, del filósofo habido hasta ahora: su odio a la vida, a la noción misma del devenir. La filosofía anterior, de la que salva a Heráclito, es la obra del resentimiento de los filósofos contra la vida. La "razón" en la filosofía, tal como ha sido planteada desde Sócrates, es la causa del posterior rechazo del cuerpo y del testimonio de los sentidos. Este apartado concluye con cuatro tesis en las que Nietzsche resume toda su metafísica.
El libro continúa, pero esto será objeto de otra entrada, con la ayuda de vuestros comentarios.

Cuestiones:
- Os animo a pinchar en el título del libro que comentamos y leer alguno de los apartados que vienen a continuación del apartado tercero que vamos a leer en clase. Añadiremos a este blog vuestras observaciones y opiniones.

viernes, 5 de febrero de 2016

Comentario crítico de Bertrand Russell, sobre el pensamiento de Descartes

Vamos a revisar algunas de las críticas que se han hecho a la filosofía cartesiana. B. Russell en su Historia de la filosofía occidental señala algunas de estas objeciones al pensamiento del filósofo francés:
 - La primera evidencia o certeza para Descartes son sus propios pensamientos o dudas. Pero la formuló de una forma equivocada. Debería haber expuesto su premisa fundamental en la forma "Hay pensamientos", y no diciendo "Yo pienso". Aquí, señala Russell, "la palabra Yo es realmente ilegítima... Cuando prosigue diciendo: "Yo soy una cosa que piensa", está ya usando de una forma no crítica el aparato de categorías transmitidas por el escolasticismo. Él no prueba en ninguna parte que los pensamientos necesiten un pensador, ni hay razón para creer eso, salvo en un sentido gramatical".
- Las pruebas de Descartes sobre la existencia de dios no son muy originales; en lo principal vienen de la filosofía escolástica.
- Parte de su teoría científica sería abandonada. Descartes consideraba los cuerpos de hombres y animales como máquinas; a los animales los consideraba como autómatas, gobernados enteramente por las leyes de la física y exentos de sentido y conciencia. Los hombres son diferentes: tienen un alma, que reside en la glándula pineal. Aquí el alma entra en contacto con los "espíritus vitales",y por medio de este contacto hay una interacción entre alma y cuerpo. En su teoría física no existía el vacío ni los átomos, y toda acción recíproca es producida por un impacto.
-"Hay en Descartes un dualismo no resuelto entre lo que aprendió de la ciencia contemporánea y el escolasticismo que le enseñaron en La Flèche. Esto le llevó a contradicciones, pero también le hizo más rico en ideas fructíferas de lo que hubiera sido un filósofo completamente lógico".

Actualidad del debate sobre el método científico

El método científico según el filósofo y científico Mario Bunge
Analicemos ahora algunas de las cuestiones aparecidas en nuestra lectura de la 2ª parte del Discurso de Método, desde la perspectiva del filósofo y científico Mario Bunge:

- Sobre el criterio de evidencia y el método científico. ¿Se puede basar el método científico sobre el criterio de evidencia?
Mario Bunge califica de "racionalismo ingenuo" la posición de Descartes respecto al criterio de evidencia (que afirmaba que había principios evidentes que, lejos de tener que someterse a prueba alguna, eran la piedra de toque de la verdad de toda otra proposición, sea formal o fáctica ). Según este criterio de evidencia, verdadero es aquello que parece aceptable a primera vista, sin examen ulterior: aquello, en suma, que se intuye. Así, Aristóteles  afirmaba que la intuición "aprehende las premisas primarias" de todo discurso, y es por ello "la fuente que origina el conocimiento científico".
El conocimiento científico a menudo contradice a la tradición, en ocasiones desafía al sentido común o a la intuición, puede ser conveniente para algunos y no para otros. Pero lo que caracteriza, según Bunge, al conocimiento científico es su verificabilidad: siempre es susceptible de ser verificado. Y la intuición o la evidencia no son susceptibles de verificación.
 Toda teoría científica es un conjunto de hipótesis verificables. Las hipótesis científicas son, por una parte, remates de cadenas inferenciales no demostrativas (analógicas o inductivas) más o menos oscuras; por otra parte, son puntos de partida de cadenas deductivas cuyos últimos eslabones —los más próximos a los sentidos, en el caso de la ciencia fáctica—, deben pasar la prueba de la experiencia. Por ejemplo,  la ley de Newton de la gravedad, que ha sido confirmada en casi todos los casos con una precisión asombrosa. Tenemos dos razones para llamarla hipótesis: la primera es que ha pasado la prueba sólo un número finito de veces; la segunda, es que hemos terminado por aprehender que incluso ese célebre enunciado de ley es tan sólo una primera aproximación de un enunciado más exacto incluido en la teoría general de la relatividad, que tampoco es probable que sea definitiva.
El filósofo de la ciencia Jesús Mosterín, por su parte, señala que no es posible definir el método científico con una sola frase o con un solo criterio, tampoco el de verificabilidad. Sin embargo, señala que "cuando una teoría no presenta posibilidad alguna de ser falseada, de ser contrastada con los hechos, cuando una teoría está inmunizada frente a la crítica y frente a la contrastación empírica y frente a la prueba matemática, entonces normalmente no consideramos que esa teoría sea una teoría científica".
El proceso de investigación científica tiene muchos aspectos. Hay muchos tipos distintos de investigación científica: coleccionar manuscritos para hacer una edición crítica de un texto clásico es un método científico; reunir huesos de dinosaurios para tratar de reconstruir cómo era el dinosaurio de una cierta especie hace ciento cincuenta millones de años e incluso esculpir una estatua de un dinosaurio de esa especie, como las que hay en los museos de historia natural, eso es otro tipo de método científico; hacer una prueba matemática en la matemática pura para aplicar un método científico diferente; y hay muchos otros: hacer un desarrollo en la física matemática; hacer un cierto tipo de experimento químico; hacer encuestas en una ciencia social, hacer un análisis estadístico de los resultados de estas encuestas para tratar de determinar alguna pauta o patrón. Hay muchos métodos científicos distintos en la ciencia.

 ¿Existe un método, en el sentido cartesiano de conjunto de "reglas ciertas y fáciles" que nos conduzca a enunciar verdades fácticas de gran extensión?
Según Mario Bunge, el conocimiento científico por oposición a la sabiduría revelada, es esencialmente falible, esto es, susceptible de ser parcial o aun totalmente refutado.
La falibilidad del conocimiento científico, y, por consiguiente, la imposibilidad de establecer reglas de oro que nos conduzcan directamente a verdades finales, no es sino el complemento de aquella verificabilidad. Vale decir, no hay reglas infalibles que garanticen por anticipado el descubrimiento de nuevos hechos y la invención de nuevas teorías, asegurando así la fecundidad de la investigación científica: la certidumbre debe buscarse tan solo en las ciencias formales. ¿Significa esto que la investigación científica es errática e ilegal, y por consiguiente que los científicos lo esperan todo de la intuición o de la iluminación? Hay, ciertamente, reglas que facilitan la invención científica, y en especial la formulación de hipótesis; entre ellas figuran las siguientes: el sistemático reordenamiento de los datos, la supresión imaginaria de factores con el fin de descubrir las variables relevantes, el obstinado cambio de representación en busca de analogías fructíferas.
Sin embargo, las reglas que favorecen o entorpecen el trabajo científico no son de oro sino plásticas; más aún, el investigador rara vez tiene conciencia del camino que ha tomado para formular sus hipótesis. Por esto la investigación científica puede planearse a grandes líneas y no en detalle, y aún menos puede ser regimentada. Algunas hipótesis se formulan por vía inductiva, esto es, como generalizaciones sobre la base de la observación de un puñado de casos particulares. Pero la inducción dista de ser la única o siquiera la principal de las vías que conducen a formular enunciados generales verificables. Otras veces, el científico opera por analogía; por ejemplo la teoría ondulatoria de la luz le fue sugerida a Huyghens (1690) por una comparación con las olas. En algunos casos el principio heurístico es una analogía matemática; así, por ejemplo, Maxwell (1873) predijo la existencia de ondas electromagnéticas sobre la base de una analogía formal entre sus ecuaciones del campo y la conocida ecuación de las ondas elásticas. Ocasionalmente, el investigador es guiado por consideraciones filosóficas; así fue como procedió Oersted (1820); buscó deliberadamente una conexión entre la electricidad y el magnetismo, obrando sobre la base de la convicción a priori de que la estructura de todo cuanto existe es polar, y que todas las "fuerzas" de la naturaleza están conectadas orgánicamente entre sí. La convicción filosófica de que la complejidad de la naturaleza es ilimitada le llevó a Bohm a especular sobre un nivel subcuántico, fundándose en una analogía con el movimiento browniano clásico. A las hipótesis científicas se llega, en suma, de muchas maneras: hay muchos principios heurísticos, y el único invariante es el requisito de verificabilidad. La inducción, la analogía y la deducción de suposiciones extracientíficas (p. ej. filosóficas) proveen puntos de partida que deben ser elaborados y probado.
¿Nos puede conducir el método científico por el "camino seguro" de la verdad, como sostenía Descartes?
Para Bunge, el método de la ciencia "no es, por cierto, seguro; pero es intrínsecamente progresivo, porque es auto-correctivo: exige la continua comprobación de los puntos de partida, y requiere que todo resultado sea considerado como fuente de nuevas preguntas".
El filósofo Francisco Fernández Buey, en su libro "La ilusión del método" recuerda, a este respecto, una cita del austríaco Otto Neurath en relación con la tarea del científico y la búsqueda ilusoria de un método o un sistema cerrado científico:
"Somos como marineros que en alta mar tienen que cambiar la forma de su embarcación para hacer frente a los destrozos de la tempestad. Para transformar la quilla de su nave tendrán que usar maderos a la deriva o tal vez tablas de la vieja estructura. No podrán, sin embargo, llevar la nave a puerto para reconstruirla de nuevo. Y mientras trabajan tendrán que permanecer sobre la vieja estructura de la nave y luchar contra el temporal, las olas desbocadas y los vientos desatados. Ése es nuestro destino como científicos”.
Citando también a Gramsci, Fernández Buey señalaba la pluralidad de métodos que puede adoptar la investigación científica:
“Toda investigación -escribía Gramsci- tiene su propio método. Creer que es posible desarrollar y avanzar una investigación científica aplicando un método tipo es una extraña ilusión que tiene poco que ver con la ciencia… Y es que vulgarmente se cree que “ciencia” quiere decir sin más “sistema”, razón por la cual se construyen todo tipo de sistemas que no tienen de aquél la coherencia íntima y necesaria sino sólo la exterioridad mecánica”.

¿Se puede extender el método científico a todas las áreas del conocimiento y conducta humanas, como pretendía Descartes?
Según Bunge, debería emplearse el método de la ciencia en las ciencias aplicadas y, en general, en toda empresa humana en que la razón haya de casarse con la experiencia. Y pone el siguiente ejemplo:
Pídasele a un político que pruebe sus afirmaciones, no recurriendo a citas y discursos, sino confrontándolos con hechos certificables (tal como se recogen y elaboran, por ejemplo, con ayuda de las técnicas estadísticas). Si es honesto, cosa que puede suceder, o bien: 
a) admitirá que no entiende la pregunta, o b) concederá que todas sus creencias son, en el mejor de los casos, enunciados probables, ya que sólo pueden ser probados imperfectamente, o c) llegará a la conclusión de que muchas de sus hipótesis favoritas (principios, máximas, consignas) tienen necesidad urgente de reparación. En este último caso puede terminar por admitir que una de las virtudes del método de la ciencia es que facilita la regulación o readaptación de las ideas generales que guían (o justifican) nuestra conducta consciente, de manera tal que ésa pueda corregirse con el fin de mejorar los resultados.
Desgraciadamente, la cientifización de la política la haría más eficaz, pero no necesariamente mejor, porque el método puede dar la forma y no el contenido; y el contenido de la política está determinado por intereses que no son primordialmente culturales o éticos, sino materiales. Por esto, una política científica puede dirigirse a favor o en contra de cualquier grupo social: los objetivos de la estrategia política, así como los de la investigación científica aplicada, no son fijados por patrones científicos, sino por intereses sociales. Esto muestra a la vez el alcance y los límites del método científico: por una parte, puede producir saber, eficiencia y poder; por la otra, este saber, esta eficiencia y este poder pueden usarse para bien o para mal, para libertar o para esclavizar.
Más información en Webdianoia.

Un ejemplo práctico: 
Cómo analizar desde el método científico una pseudociencia como la astrología (Fuente: Profesor en Línea)
Se desea verificar, de una vez por todas, si la astrología (creencia que agrupa a toda la población humana en doce tipos de personalidad según su día de nacimiento, entre otras cosas) funciona o no. Se aplica el método científico para saber si es así o no lo es. Para hacerlo, se ha de proceder de la siguiente forma: Plantear el problema. Ya lo hicimos. La astrología define doce grupos de personalidad según su signo zodiacal (queremos saber si en verdad se puede clasificar a la gente de esta manera). Eliminar los prejuicios. Por lo general, el método científico tiende a eliminar el plano subjetivo en la interpretación de la realidad, pero aun así recomiendo tomar en cuenta este paso. Un prejuicio es sencillamente cualquier opinión que se tenga de algo, antes de someterlo a juicio, en nuestro caso, creer que la astrología sí funciona sólo porque la mayoría de la gente dice que funciona, o creer que no funciona porque escuchaste a un científico decir que no tiene ninguna base racional, son prejuicios. Si deseas probar algo, debes tomar una actitud imparcial y atenerte sólo a los hechos. Identificar y definir el problema. Veamos nuestro problema con más precisión. Según los astrólogos, se pueden definir doce rasgos de personalidad según el signo zodiacal en el que han nacido. Es decir, si eres Cáncer tienes una personalidad solitaria, si eres Aries eres juguetón, si eres Piscis te gusta conversar etcétera. En definitiva: Queremos conocer si el signo zodiacal influye en la personalidad de uno. La hipótesis. Propongamos una solución a nuestro problema (aquella que creas más conveniente), en nuestro caso proponemos que el signo zodiacal sí influye de manera determinante en la personalidad de cada individuo. Recuerda que la hipótesis siempre debe ser formulada de tal modo que pueda prever una respuesta (sí o no). Verificación de la hipótesis mediante la acción. Ahora comienza lo divertido, aunque muchas veces lo más difícil. Debemos encontrar hechos observables que permitan confirmar nuestra hipótesis. Se nos pueden ocurrir muchas maneras de verificar la hipótesis, siempre debemos tratar de escoger aquellos que no nos proporcionen resultados ambiguos ni incompletos. Es muy importante diseñar un experimento que pueda ser repetido por cualquier otra persona, ya que un descubrimiento científico no tiene validez hasta que ha sido replicado por otro científico. Para nuestro caso, podemos emplear el mismo método usado por James Randi hace ya varios años: Consigue una carta astral de cualquier persona de algún signo zodiacal donde se describa la personalidad del sujeto (si no puedes encontrar una, puedes buscar en los horóscopos de revistas o periódicos), asegúrate de mantener esto en secreto. A continuación, entrega individualmente a todos tus familiares, amigos y compañeros una copia de esta carta astral asegurándoles que fue hecha especialmente para él o ella. Luego de que la lean, pídeles que te digan si lo escrito concuerda con su personalidad. Si encuentras que alrededor de una de cada doce de las personas entrevistadas (recuerda, son doce signos zodiacales) confirman que el contenido de la carta astral coincide con su personalidad, entonces has encontrado una correlación poderosa. Tal vez la astrología tenga bases científicas. Ahora debes seguir diseñando nuevos experimentos para confirmar lo encontrado, de manera que tus resultados no sean sólo datos aislados y que pueden tener errores experimentales. Si encuentras otra proporción, ya sea que todos tus entrevistados, o ninguno de ellos, asegura que la carta astral describe muy bien su personalidad, entonces estas en camino de refutar tu hipótesis. Tal vez la astrología sólo es un montón de conocimientos sin fundamentos que no funciona como dice. En cualquier caso, debes seguir con la experimentación, implementando nuevas ideas y nuevos diseños. ¿Te interesa saber qué pasó con el experimento de Randi? Bueno, luego de entrevistar a cientos de personas, se comprobó que más del ochenta por ciento de la gente creía que la carta astral estaba especialmente diseñada para él o ella, cuando en realidad era la misma para todos. Resultado final, hemos comprobado que la Astrología es un mito, pues no tiene base científica que la sustente.
El árbol de la ciencia, según Descartes. Sus raíces se encuentran en la Metafísica, el tronco sería la Física y las ramas la conformarían la Medicina, la Moral y la Mecánica.

 La sabiduría humana es el conjunto de todas las ciencias, conjunto que Descartes concibe como un sistema orgánico: es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco la física o filosofía natural, y las ramas las otras ciencias, principalmente la medicina, la mecánica y la moral. Todas las ciencias son consecuencia del uso de la razón, que es una y la misma con independencia del campo al que se aplique.

CUESTIONES:
- Señala de forma breve algunas de las objeciones al método cartesiano y a sus reglas expuestas en las líneas anteriores.

jueves, 4 de febrero de 2016

"Pienso luego existo". Y sus detractores.


 La filósofa Maite Larrauri explica en esta breve entrevista en La2 el significado de la frase de Descartes: "Pienso luego existo".


El empirista escocés David Hume ya cuestionó la evidencia del cogito cartesiano. Savater lo explica así en esta versión reformada del capítulo "Yo adentro, yo afuera", del libro Las preguntas de la vida:
 ¿Es el "yo" una sustancia o sujeto estable y personal como afirmaba Descartes o podría ser, como replicaba Hume, sólo un espejismo, es decir, un efecto localizador del lenguaje cuando reúne y enlaza diversos contenidos mentales? ¿Es el "yo" un soporte real de tales contenidos mentales o es sólo un efecto virtual? Además de los pensamientos, ¿hay también un sujeto pensador de esos pensamientos? Más allá de los contenidos mentales, por debajo o por encima de los mismos, ¿hay también un sustancia estable pero no material que los crea y los sostiene? Cuando a través de mis pensamientos practico una introspección para buscarme a mí mismo, ¿encuentro alguna vez un "yo" como creía Descartes o sólo percepciones como asegura Hume? ¿Además de las percepciones hay también un yo que percibe las percepciones? Y por otro lado: ¿por qué llamo mío al cuerpo? ¿Tengo un cuerpo o soy mi cuerpo? Aunque no haya conciencia sin cerebro, ¿tiene el cerebro las mismas propiedades que la conciencia?

El empirismo de David Hume


David Hume formó parte de un movimiento intelectual, la Ilustración escocesa (siglo XVIII), que incluía a pensadores como Adam Smith, Ferguson, Millar o Stewart. Compartían un programa para la construcción de las ciencias humanas, y sentaron las bases de campos como la economía, la sociología y la arqueología. Cuando accedió al poder un gobierno laico en Escocia, que intentó poner fin a las discordias religiosas, "las materias teológicas tradicionales dejaron de constituir el centro de gravedad de las universidades escocesas, y éste se desplazó hacia el derecho, la historia y la filosofía natural" (Collins, 2005:618). Los intelectuales de la Ilustración escocesa eran moderados religiosos, que se movían cada vez más en la dirección del naturalismo. La política escocesa había sido escenario de luchas entre facciones religiosas, y estos intelectuales se oponían al fanatismo de los partidos religiosos. Aunque Hume estuvo conectado con los deístas desde muy temprano, su empirismo y su escepticismo destruirían el deísmo. Hume purificó la tendencia empirista de sus predecesores (Locke y Berkeley), y no permitió ninguna otra fuente para la lógica o las ideas que nuestra experiencia de las impresiones sensoriales. Pasó tres años estudiando y escribiendo en La Flèche, lugar del viejo colegio jesuita de Descartes, y se informó acerca de las posiciones de cartesianos como Malebranche o Bayle. Pero criticó todas las posturas metafísicas previas, así como la certeza de las matemáticas, la necesidad de las causas, la identidad del yo e, implícitamente, la naturaleza del alma y cualquier argumento a favor de la existencia de la Divinidad.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Razón y Pasión: el "genio maligno" de Descartes y la caza de brujas

    Como afirma el sociólogo Fernando Álvarez Uría ("Razón y Pasión", en Fdo. Savater (ed.), Filosofía y sexualidad, Barcelona, Anagrama, 1993, pp. 93-122), los "historiadores de la filosofía" tienden a evacuar la historia de sus trabajos, mostrando las teorías filosóficas "lejos de la tierra y de las condiciones en las que se han elaborado y en las que tienen sentido". Así sucede también en los estudios sobre Descartes. Frente a ello, "la sociología del conocimiento puede mostrar que presentes y pasados estilos de racionalidad están íntimamente ligados a determinados procesos sociales": "Es precisamente la posición de esos discursos, su situación en el campo de saber de su tiempo, una de las pocas vías que poseemos para captar sus significaciones".
    Continúa Álvarez-Uría señalando que "el sistema cartesiano está tan bien engarzado que no resulta fácil encontrar sus claves; para unos su especificidad radica en la duda metódica, otros encuentran en las demostraciones de la existencia de Dios la irreversible conversión del problema en una cuestión definitivamente filosófica, para otros la trascendencia de este pensamiento consistiría en su ruptura con la tradición aristotélica y, por último, no faltan quienes resaltan que ha sentado las bases de la física moderna". 
        Pero uno de los aspectos de su obra que creó más polémica en su época fue el de su tajante separación entre cuerpo y alma, tanto en el campo filosófico (críticas de Hobbes y Gassendi) como en el teológico. En el ámbito teológico, el problema consistía en que Descartes explicaba el misterio de la eucaristía al margen de la escolástica. El misterio eucarístico fue un objeto de polémica con los protestantes, y fue justamente esta polémica la que originó la gran parafernalia eucarística católica del siglo XVII. Para Descartes, la extensión constituía la sustancia de los cuerpos y, por lo tanto, es inseparable de los accidentes. Con ello ponía en cuestión la tesis defendida en el Concilio de Trento: ¿cómo se puede hablar de transustanciación, si en la Eucaristía permanece la extensión? Por ello, Descartes entiende la transustanciación de otro modo: así como en la asimilación de los alimentos las partículas digeridas son "informadas" por el alma, así en la Eucaristía, las partículas de pan y vino, permaneciendo las mismas, son como "informadas", de modo milagroso por el alma de Cristo (Cartas al Padre Mesland, IV).

Descartes y las pruebas de la existencia de Dios

Estos días estamos leyendo las pruebas que da Descartes de la existencia de Dios, y que supuestamente servirían para romper la singularidad y clausura de la conciencia hacia el mundo real. La evidencia de una realidad independiente y exterior a mi conciencia, Dios, la idea de un ser perfecto (y que por su misma perfección, debe existir), rompería el solipsismo en el que se encontraba la conciencia; una conciencia que había escapado de la duda metódica, pero no podía afirmar todavía la existencia de una realidad exterior, ni siquiera de su propio cuerpo. Para ello, Descartes recurre a la idea de Dios, que algunos autores interpretan como un símbolo de la razón, una garantía de que la realidad se rige por una racionalidad homogénea a la de nuestra conciencia, lo que posibilita su conocimiento. El mundo y nuestra conciencia se rigen por una misma y única razón, simbolizada en la figura de Dios.

Argumentos de Descartes sobre la existencia de Dios en el texto que hemos comentado (4ª parte del Discurso del Método):
- Argumento de la idea de la perfección divina en nuestra conciencia. Descartes afirma que él que no es del todo perfecto (pues mayor perfección conocer que dudar) poseía la idea de algo perfecto. Pero, si es imposible que algo perfecto surja de algo imperfecto, ¿de dónde podía haber extraído entonces esa idea? Y concluye que tuvo que ser de una realidad, un ser perfecto, que existe independientemente de su conciencia. Luego Dios existe y es la causa de la idea que yo tengo de tal perfección absoluta.
- Argumento de la dependencia humana, en su imperfección, respecto a la perfección divina. Además, continúa Descartes, puesto que existen muchas perfecciones que yo no poseo, mi existencia debe depender de un ser más perfecto que yo, pues si yo existiese por mí mismo, independientemente de cualquier otro ser, me hubiese dado todas las perfecciones que concebía en Dios.
- Por último, Descartes presenta una variante de la prueba ontológica de la existencia de Dios. Afirma que la idea de triángulo conlleva de modo claro y distinto sostener que sus ángulos sean iguales a dos rectos. Esto no demuestra que existan triángulos en el mundo, pero sí demuestra, de modo necesario, que no puede concebirse un triángulo en el que sus tres ángulos  no sean iguales a dos rectos. Respecto a la idea de Dios, Descartes afirma que ve de modo claro y distinto que es un ser absolutamente perfecto. Pero, además, en este caso, tal idea debe ir acompañada necesariamente de la existencia, porque negar la existencia de un ser perfecto sería tan contradictorio como negar que en el triángulo sus tres ángulos sean iguales a dos rectos.

martes, 2 de febrero de 2016

La Edad Moderna. La revolución científica y sus conexiones con la filosofía: René Descartes

La filosofía de la Edad Moderna (siglo XVII-XVIII)  se ha caracterizado por la presencia de dos grandes corrientes de pensamiento-racionalismo y empirismo- muy influidas por la revolución científica que se desarrolla en esta época y por la agitada situación política (revoluciones burguesas, guerras religiosas...).
El Barroco refleja este mundo inestable, intentando mostrar lo mutable y fugaz de la realidad, su complejidad, como muestra su gusto por los laberintos que pueblan muchos de sus jardines, las variaciones y repeticiones de su música, o su pasión por los relojes, que miden nuestro tránsito temporal por un Universo mecánico.
Los grandes mitos gestados en el Barroco reflejan una fuerte tensión interna: entre la realidad y la apariencia (Don Quijote), entre la realidad y el deseo (Don Juan), entre el sueño y la vigilia (Segismundo). Pensadores como Descartes buscarán un criterio firme de verdad que pueda poner orden y claridad ante tanta confusión.