domingo, 1 de diciembre de 2019

Algunas cuestiones polémicas de la teoría marxista.


Algunas cuestiones polémicas de la teoría marxista son la necesidad de la violencia revolucionaria, las relaciones entre democracia y revolución, la dictadura del proletariado, o la ausencia en Marx de una teoría alternativa del Estado. Respecto a la primera cuestión, es necesario considerar las formas de lucha no violenta desarrolladas durante el siglo XX (Ghandi, Luther King…) aunque también el hecho de que los derechos y libertades no han sido otorgados a los de abajo, sino que se han conquistado a través de largas luchas y violentas represiones. También que Marx proclamó que en el comunismo, con la desaparición de las clases sociales, no sería necesario el Estado, pero consideró necesaria una inversión previa del sentido de dominación de clase existente bajo el capitalismo, y llamó a esto “dictadura del proletariado”. Por último, en relación con el modelo de sociedad comunista de Marx, éste la describía así en 1875:
Sólo cuando haya desaparecido la subordinación de los individuos a la división social del trabajo así como la oposición entre trabajo intelectual y trabajo corporal, cuando el trabajo no sea ya medio de vida, sino la primera necesidad de la vida, cuando todas las fuentes de la riqueza cooperativa fluyan en abundancia, o sea, en una fase superior de la sociedad comunista, sólo entonces la humanidad podrá escribir en sus banderas: De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”·.

LA CRÍTICA ANARQUISTA. Tanto el anarquismo como el comunismo marxista buscaban en última instancia la abolición de la propiedad privada y la sociedad sin clases sociales, ni Estado, mediante una revolución social. No obstante, anarquistas y marxistas han estado enfrentados desde que Pierre Joseph Proudhon, que conocía a Marx y Bakunin, afirmó que así como la tesis del capitalismo garantiza la libertad aboliendo la igualdad, la antítesis comunista sufre la contradicción opuesta. Proudhon señaló que sólo con la síntesis del mutualismo se pueden resolver estas contradicciones, lo que provocó la ruptura de Marx con Proudhon, expresada en su escrito crítico Miseria de la filosofía (1847).
El enfrentamiento entre marxistas y anarquistas alcanzó su clímax en la lucha entre los partidarios de Marx y los de Mijaíl Bakunin por el control de la Primera Internacional, y que acabó con la ruptura de la misma en 1872. La base del conflicto se centraba en que, así como los marxistas creían en la necesidad transicional de un Estado bajo control de los trabajadores (la «dictadura del proletariado») y que a su vez se encargara de controlar la economía («planificación central»), los anarquistas pensaban que el camino al socialismo (o al comunismo) pasaba por la destrucción del Estado. Para los anarquistas, un Estado socialista repetiría las características de opresión y privilegio contra las que luchaban, al tiempo que, al extender los poderes a la organización de la vida económica, resultaría ser incluso más opresivo-
Otra confrontación se encontraba en el papel que tenían lucha económica y la lucha política en la emancipación de la clase obrera. Para los marxistas, como el objetivo de la lucha proletaria era la conquista del poder político, la lucha política ocupaba un lugar central. Para los anarquistas, la única lucha política válida era la lucha por la destrucción revolucionaria del Estado, que esperaban surgiera de la lucha económica.
La controversia entre anarquistas y marxistas pasa también por las formas de organización y métodos de lucha de las masas explotadas y la relación de los revolucionarios con éstas. Mientras los herederos del marxismo continúan reivindicando las prácticas político-partidarias con métodos centralistas, los herederos del anarquismo reivindican la organización asamblearia, la federación y la democracia directa.

LA CRÍTICA LIBERAL. El liberalismo ha dirigido su crítica a dos aspectos clave del pensamiento marxista: el historicismo y su justificación del socialismo como régimen colectivista para una futura clase obrera. Un socialismo estatal pro-obrero termina, para estos autores, en manos de una elite de partido sin control de ninguna clase, y luego en manos de una clase burocrática que derriba dicha elite. Pero que semejante socialismo surja directamente de una fuerza social previa, esto es, que requiera de una previa movilización obrera que luego las vanguardias revolucionarias terminan dirigiendo, sería prueba de que el socialismo burocrático es consecuencia históricamente necesaria de un socialismo obrero totalitario de masas que requiere de elites para su organización.
Como ha señalado Fco. Fernández Buey, a pesar de los crímenes cometidos en nombre del socialismo, desde que este se hizo poder, durante el siglo XX, el impulso ético de la tradición socialista sigue teniendo un papel importante entre las gentes explotadas y oprimidas de comienzos del siglo XXI. Las tradiciones emancipatorias, de la que el socialismo forma parte, duran mucho más que los programas políticos en que a veces arraigan, Probablemente, como afirma Fernández Buey, “en estos años, entre tanto pensamiento voluntariamente débil, tanto movimiento social de un solo asunto, tanta soberbia cientifista y tanto irracionalismo compensatorio, no ha brotado todavía otro pensamiento que tenga, como lo tuvo el viejo marxismo, la fuerza de las creencias populares. Ha habido y hay, desde luego, otras teorías mejores y más finas en el análisis de aspectos parciales de la sociedad capitalista, pero ninguna ha logrado hasta ahora juntar vocación analítica, espíritu crítico y voluntad de emancipación a favor de los explotados y oprimidos”.
Aunque en la actualidad se hable de la teoría del fin de las ideologías, en realidad vivimos una fase histórica hiperideológica, la del neoliberalismo conservador, que sólo una falta de formación histórica lleva a algunos a presentar como única alternativa, como una opción supuestamente “realista” y “desideologizada”.

domingo, 24 de noviembre de 2019

La utopía platónica. Críticas de Berneri y Mumford.

    La utopía que Platón expone en su República ha tenido una larga influencia en la historia y ha sido objeto de numerosas revisiones y críticas. 
    
    
Según Marie Louise Berneri, (El futuro. Viaje a través de la utopía, Hacer, 1983), la utopía platónica fue, como muchas otras, una respuesta a una época de decadencia o desesperación en la que urgía plantear cómo sería una vida mejor. Pero, frente a sofistas o cínicos, el pensamiento platónico sostenía el carácter natural de las instituciones políticas. Defendía así unas instituciones estáticas, en las que la división del trabajo y de las clases sociales se justificaría desde la necesidad de buscar la armonía en el Estado. La utopía platónica no sería, en este sentido, una de las pocas excepciones al carácter intolerante y autoritario de la mayoría de las utopías publicadas en Occidente. La utopía platónica fracasaría también en lo que se ha denominado "la prueba del arte" (Herbert Read), pues para Platón el arte ha de ceñirse a determinadas normas éticas, al servicio de los intereses del Estado. 
 
     Por otro lado, otro estudioso de las utopías, Lewis Mumford (Historia de las utopías, Pepitas de calabaza, 2013), señala cómo para Platón, el Estado injusto nace de la multiplicación de las necesidades y de lo superfluo. Pues el incremento de tales necesidades haría que el Estado saludable original (la polis o ciudad-estado) resultara demasiado pequeño, por lo que debería ampliar sus fronteras. Para Platón, la ciudad no debería sobrepasar esos límites, y la comunidad ideal debía tener un nivel de vida material común, en el que lo necesario no sería, esencialmente, contar con muchos bienes. Según Mumford, Platón no pretendía instituir un orden inmutable, "no creía en las falsas aristocracias que se perpetúan por medio de una riqueza y una posición hereditarias". Pero una vez establecidas las tres clases -gobernantes, guerreros y productores- respecto a su función en el Estado, queda la dificultad de afrontar la cuestión de "cómo encontraría cada individuo su lugar en la clase adecuada y bajo qué condiciones desempeñaría mejor su función en ella". Además, Platón no parece contemplar la posibilidad de mezclar las distintas clases, y considera que la familia es la enemiga de la comunidad.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Crítica de Aristóteles a la República platónica

 En el juicio que Aristóteles hace de la República de Platón, afirma: 
  "En el tratado de la República, Sócrates profundiza muy pocas cuestiones: la comunidad de mujeres y de hijos, el modo de aplicar este sistema, la propiedad de la organización del gobierno. Divide la masa de los ciudadanos en dos clases: los labradores, de una parte y de otra los guerreros, una fracción de los cuales forma una tercera clase, que delibera sobre los negocios del Estado y los dirige soberanamente. Sócrates se ha olvidado decir, si los labradores y artesanos deben ser admitidos al poder en una proporción cualquiera, o ser totalmente excluidos, y si tienen o no el derecho de poseer armas y de tomar parte en las expediciones militares; en cambio cree que las mujeres deben acompañar a los guerreros al combate y recibir la misma educación que ellos. El resto del tratado lo forman varias digresiones y ciertas consideraciones sobre la educación de los guerreros. 

    En las Leyes, por lo contrario, apenas se encuentra otra cosa que disposiciones legislativas. Sócrates es en este tratado muy conciso en lo relativo a la constitución; mas, sin embargo, queriendo hacer la que propone aplicable a los Estados en general, vuelve paso por paso sobre su primer proyecto. Si se exceptúa la comunidad de mujeres y de bienes, en todo lo demás hay un perfecto parecido entre sus dos Repúblicas; educación, dispensa de trabajos pesados concedida a los guerreros, comidas en común, todo es igual. Sólo que en la segunda extiende las comidas en común a las mujeres, y eleva de mil a cinco mil{37} el número de los ciudadanos armados".

    Aristóteles, Política, libro II, capítulo 3.

En el libro II de la "Política", Aristóteles plantea la cuestión de cuál es la mejor forma de comunidad política. Para ello plantea examinar no sólo las formas de gobierno de su época, sino "las que pueden existir en teoría y parezcan dignas de aprobación". En este examen, comienza por la cuestión de la propiedad: "O todos los ciudadanos lo tienen todo en común, o nada, o unas cosas sí y otras no". En este sentido, matiza que hablar de "todos" no significa necesariamente "de cada uno". Y señala otro inconveniente: "lo que es común a un número mayor de personas es objeto de menor cuidado; todos en efecto piensan más que en nada en lo que le es propio, y menos en lo común, o sólo en la medida en que concierne a cada uno". La propiedad -defenderá Aristóteles- "debe ser en cierto modo común, pero en general privada", es decir, "teniendo cada uno su propiedad privada, permite a sus amigos el uso de algunos de sus bienes y se sirve él mismo de otros comunes" (según el modelo de Lacedemonia). En cuanto al modo de realizar lo anterior, indica Aristóteles, "esto es misión propia del legislador".
     Aristóteles cuestiona a su maestro Platón que, en la República, afirmaba que "los hijos, las mujeres y las posesiones deben ser comunes". Para Aristóteles, esta idea presenta muchas dificultades, no cumple con el fin que pretende conseguir y "no se precisa cómo debe interpretarse". La ciudad, según Aristóteles, es "por naturaleza una multiplicidad", frente a la propuesta platónica de que fuera lo más unitaria posible. Además, el no reconocer la filiación entre las personas haría imposible prevenir ciertos conflictos e "indecencias": "Dos cosas son sobre todo las que hacen que los hombres tengan interés y afección: la pertenencia y la exclusividad; y ninguna de las dos puede darse en personas sometidas a ese régimen". No obstante, líneas antes Aristóteles considera que "la comunidad de mujeres e hijos parece más útil para los labradores que para los guardianes. En efecto, si los hijos y las mujeres son comunes, habrá entre ellos menos cariño, y esta condición debe darse en los subordinados para que obedezcan y no tramen revoluciones" (1262 b). En otro lugar, Aristóteles cuestiona que las mujeres deban ocuparse de las mismas cosas que los hombres, algo que Platón parece deducir a partir de la comparación con los animales, pues "los animales no tienen que administrar la casa". Si las mujeres son comunes, se plantea Aristóteles, "¿quién se cuidará de la casa?".
    También advierte Aristóteles que, en el modelo platónico de la República, habría necesariamente "dos ciudades en una, y contrarias entre sí, pues establece a los guardianes como una guarnición, y de otro lado los labradores, artesanos y demás ciudadanos. Y paradójicamente, aunque Sócrates afirma que no se necesitarán muchas leyes en la ciudad por la educación de sus ciudadanos, sólo establece la educación para los guardianes. Además, si se suprime la felicidad de los guardianes (al negárseles -según Aristóteles- el placer de la posesión de lo propio), ¿cómo se logrará la felicidad de la ciudad entera?

sábado, 13 de abril de 2019

Kant y la ilustración olvidada.


El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amablemente han echado sobre sí esa labor de superintendencia.
I. Kant, ¿Qué es la Ilustración? (1784)
En la historia del feminismo, la Ilustración fue un momento histórico que -desde la consigna de la igualdad- contuvo virtualidades críticas para cuestionar el poder patriarcal. Los salones ilustrados estuvieron animados por mujeres de la nobleza y de la alta burguesía. Las mujeres del Tercer Estado participaron, pese a los obstáculos, en las asambleas y en la redacción de los cuadernos de quejas y reclamaciones. Las reivindicaciones feministas se recogieron en la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1789) de Olimpia de Gouges (que denunciaba la falsa universalidad que esconde bajo el equívoco término de hombre el real significado de varón). El papel de las mujeres en el proceso revolucionario francés fue también un ejemplo de esta lucha, pese a su derrota posterior como movimiento político y social (en la contrarrevolución posterior se cerraron los clubes de ciudadanas y se ejecutó o persiguió a sus líderes). A la vez que se instituyeron los elementales universales de la ciudadanía, quedó legitimada la minoría de edad de más de la mitad de esa ciudadanía. Habrá que esperar medio siglo para ver renacer la lucha feminista (en conexión con el movimiento antiesclavista).
El cambio de modelo epistemológico en la Ilustración estuvo inspirado en la física y las ciencias naturales como modelo de conocimiento. Frente a los planteamientos de igualdad del feminismo ilustrado, esta dimensión biologicista sería utilizada por un discurso antifeminista que apelaba a la distinta naturaleza del "bello sexo" para justificar su destino social. "Una mujer -afirma Kantque tenga la cabeza llena de griego, como la Señora Dacier, o que sostenga discusiones profundas sobre mecánica, como la Marquesa de Chátelet, debería además tener barba: porque así expresarían más claramente la imagen de pensamiento sesudo, por el que se esfuerzan".
Así será en Kant, para quien, dada su "natural" condición, no serían siquiera culpables de su condición de eterna infancia (Bovenschen, 1979). Kant defendía un esencialismo sobre los sexos, una diversidad insalvable, lo que se traducía en una pedagogía diferenciada para el sexo femenino. La dependencia, sobre todo económica, de la mujer produce su falta de autonomía o personalidad civil que la imposibilita para ser ciudadana activa de pleno derecho. La mujer es así excluida como sujeto político, incapaces de emanciparse de sus tutores o representantes varones.
Desde el feminismo se ha destacado las insuficiencias del pensamiento ilustrado, la necesidad de radicalizar "su discurso igualitario y universalizante hasta hacerlo extensivo a todo el conjunto de las mujeres, más allá por tanto de los límites en los que fue pensado" (Posada Kubissa, 2008).

Fuentes:
Alicia H. Puleo (ed.), La ilustración olvidada, Anthropos, 1993.
Celia Amorós, Tiempo de feminismo. Sobre feminismo, proyecto ilustrado y posmodernidad, Cátedra, 2000.
CUESTIONES:
-¿En qué fundamentaba Kant su opinión sobre la "minoría de edad" de todo el "bello sexo"? 
-¿Puede recibir la mujer -según Kant- la misma educación que los hombres? ¿Por qué?
- ¿Puede ejercer activamente su derecho de ciudadanía? ¿Por qué?
- ¿Es compatible lo anterior con "la plena dignidad del ser humano" que Kant señalaba como divisa de la Ilustración en su artículo de 1784?
- ¿Qué decía el primer artículo de la Declaración de los derechos de la Mujer y de la Ciudadana?
- ¿Cuáles eran las demandas de las mujeres del Tercer Estado? ¿Cómo describen la situación de la mujer en su época? (Ver enlace)

jueves, 11 de abril de 2019

La lucha contra la intolerancia religiosa en la Ilustración: el Abate Marchena

He colocado el epicentro de la ilustración, o sea, el abandono por parte del hombre de aquella minoría de edad respecto de la cual es culpable él mismo, en cuestiones religiosas, porque nuestros mandatarios no suelen tener interés alguno en oficiar romo tutores de sus súbditos en lo que atañe a las artes y las ciencias; y porque además aquella minoría de edad es asimismo la más nociva e infame de todas ellas.  
    I. Kant, ¿Qué es la Ilustración?

José Marchena Ruiz de Cueto, también conocido con el apodo de Abate Marchena (Utrera, 1768 – Madrid, 1821) fue un exiliado ilustrado que huyendo de la persecución de la Inquisición, y en su lucha contra el despotismo religioso, abrazó las ideas revolucionarias de la Francia de su época.
A José Marchena debemos la primera traducción al castellano de los principales ilustrados franceses (Rousseau, Voltarie, Montesquieu...). Escribió asimismo diversos panfletos y numerosos artículos periodísticos en castellano y en francés.  En uno de ellos, su Discurso sobre la ley relativa a la extinción de los monacales, Marchena criticaba el artículo 12 de la Constitución de Cádiz, que proclamaba la religión católica como religión de Estado. Frente a ello, Marchena sostenía el deber de los religiosos de respetar al Estado y el principio fundamental de la libertad civil en cuestiones religiosas.

Otro exiliado sevillano, el escritor y pensador Blanco White, también conocido como José María Blanco Crespo (Seville 1775 – Liverpool 1841), denunció también la intolerancia religiosa defendida en la Constitution de Cádiz (1812), promulgada durante la Guerra de Independencia española:

Las Cortes españolas han declarado que la nación protege la religión católica “por leyes sabias y justas”,  y prohíbe el ejercicio de cualquier otra; y a mi entender han declarado una contradicción imposible. Si las leyes que han formado o han de formar sobre esta materia no son reveladas (y que no lo son es claro supuesto que la intolerancia no es de precepto divino) no puede haber en ellas, sean las que fueren sino manifiesta injusticia. Las leyes no pueden prohibir justamente sino lo que daña injustamente a otros: limitar la libertad individual sin este objeto es indudable tiranía.
J. Mª Blanco White, “Intolerancia religiosa”, El Español, 26 (30 junio 1812), pp. 81-95.

En el artículo XII de la Constitution de Cádiz se consagraba la intolerancia religiosa, un elemento fundamental para comprender el retraso español respecto a Europa y la guerra civil posterior.
Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.
Pese a que la Constitution de Cádiz reconocía la soberanía nacional y la separación de poderes, y pese a su carácter simbólico, en tanto símbolo del constitucionalismo del siglo XIX, Blanco White denunciaba: “La pervivencia de la intolerancia religiosa supone la negación práctica de toda libertad política defendida en teoría... Su pervivencia es una contradicción con los principios que esa Constitución dice defender”. Blanco consideraba que “sin libertad de pensamiento  y de creencia está prohibida cualquier tipo efectivo de libertad”. En una triste premonición de nuestra historia más reciente, Blanco preveía “que el enfrentamiento de las dos Españas ha de producirse bajo la excusa de la religión”.

Fuentes:
- Autobiografía de Blanco White: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/autobiografia-de-blanco-white--0/html/
- La Constitución de Cádiz de 1812: http://www.cervantesvirtual.com/portales/constitucion_1812/


CUESTIONES:
1. ¿Qué cuestiones, destaca Kant, pueden producir los más nocivos efectos si se pretenden mantener bajo la "minoría de edad"?
2. En el siglo XVIII se produjo un cambio en la Inquisición española respecto a los delitos de los que se ocupaba. ¿A qué sectores de la población afectó ese cambio?(Ver enlace).
3. ¿En qué año se suprimió definitivamente la Inquisición en España?
4. ¿Quién fue la última víctima de la Inquisición española? ¿Por qué fue condenado? (Ver enlace)

domingo, 7 de abril de 2019

Kant, la ilustración europea y los "bárbaros".


Los hombres van abandonando poco a poco el estado de barbarie gracias a su propio esfuerzo, con tal de que nadie ponga un particular empeño por mantenerlos en la barbarie”.
I. Kant, ”¿Qué es la Ilustración?”
Especies de antropomorfos segun Christianus Emmanuel Hoppius: Troglodita, Lucifer, Satiro y Pigmeo. Ilustracion de su Tesis Anthropomorpha, Uppsala, 1760. (Artis Bibliotheek, Amsterdam)
A pesar de la cita inicial de esta entrada, en la que se critica a los que pretenden mantener a la humanidad en el estado de “barbarie”, en la antropología filosófica de Kant se revela la imagen de una Europa que se tenía de sí misma como “superior” y que consideraba al resto del mundo como “bárbaro”. Su antropología ofrece una justificación filosófica de la jerarquía superior/inferior entre las razas. Para Kant, el color de la piel es el factor empíricamente determinante de la presencia o ausencia del “don” natural del “talento” (un ingrediente natural esencial para la adquisición de logros racionales y morales más altos), algo que distingue a la “raza” blanca de la negra. Según Kant, los pueblos no blancos carecen de verdadero carácter racional y por tanto carecen de verdadero sentimiento y sentido moral. Además, la mezcla de razas sería una contravención de las leyes de la naturaleza.
Yo creo que solo es necesario asumir que existen cuatro razas que se pueden reconocer a la primera mirada. Estas son: 1) la raza de los Blancos, 2) la raza Negra, 3) la raza de los Hunos (mongoles) 4) la raza Hindú o Hinduista. (...) A partir de estas cuatro razas creo que puedo deducir todos las otras características heredables de los pueblos” (Kant, KGS II: 432)
La pregunta que sigue es, evidentemente, cómo era el hombre perteneciente al tronco originario. Aunque ella no coincide del todo con la raza blanca propiamente tal, Kant establece que esta es lo más cercano que hay a ella, dado el hecho de que se trata de una grupo humano que ha sido poco expuesto a la influencia de climas y condiciones extremas. Queda así establecida una primera y esencial "superioridad" de los blancos: ellos son lo más próximo al origen, a la fuente: de allí se desprenden las otras razas, que, por lo tanto, están más alejadas de la "especie originaria". Dicha superioridad, sin embargo, no se basa para Kant solo en esta mayor cercanía al orígen, sino también en el hecho de ser la cúspide de lo humano. Esto se ve claro si se atiende a un escalafón que establece entre las diferentes razas de hombres:
"La humanidad encuentra su mayor perfección en la raza de los blancos. Los indios amarillos tienen un talento menor. Los negros están muy por debajo, y en el lugar inferior está una parte de los pueblos americanos"(Kant, KGS.IX.316).
Kant, como hemos visto, afirma la real existencia de razas y sostiene que hay una correspondencia entre sus características físicas, intelectuales y morales. Establece así una jerarquía entre las diversas razas en cuanto a su valor, pero no llega a desarrollar ni a mencionar la posibilidad de una política que fundamentándose en ese saber justifique la dominación de una raza sobre las demás. No fue así en otros representantes de esa burguesía ilustrada y liberal del siglo XVIII que, aunque defendiendo la tolerancia y criticando los privilegios del Antiguo Régimen, se lanzó a la expansión colonial, de la que la trata de esclavos fue una parte integrante. Mientras defendían las libertades políticas de los ciudadanos europeos frente a la monarquía absoluta, a la vez silenciaban o consideraban obvia y pacífica la esclavitud en las colonias. Algunos pensadores liberales, como el inglés John Locke, mantuvieron incluso sólidas inversiones en la trata negrera floreciente en el siglo XVII (Locke era accionista de la Royal African Company y contribuyó personalmente a la formalización jurídica de la esclavitud en Carolina). En el Segundo tratado sobre el gobierno civil, Locke mencionaba a los "cautivos hechos en una guerra justa", que se convertían en esclavos "por el derecho natural, y sometidos al dominio absoluto y al poder arbitrario de sus amos". Países como Inglaterra u Holanda, avanzados en las libertades civiles, fundaron todas sus posesiones coloniales en la esclavitud o en el trabajo forzado. La esclavitud, de hecho, alcanzaría su máximo desarrollo tras el éxito de las revoluciones liberales burguesas en Europa (Losurdo, 2005).
 
CUESTIONES:
- ¿Cuál era, para Kant, el factor determinante en la clasificación de las razas? ¿Poseen todas las razas, según Kant, un “verdadero carácter racional”? ¿Cómo lo justifica?
- ¿Cómo cree el pensador prusiano que supuestamente influía la geografía en hacer que la raza blanca fuera la que estaba más cercana al tronco originario de nuestra especie?
- A pesar de sostener la jerarquía entre las razas, ¿llega Kant a desarrollar la posibilidad de una política que justifique la dominación de una raza sobre otras?
- ¿Qué contradicciones se produjeron entre los ideales ilustrados europeos y la expansión colonial?

miércoles, 16 de enero de 2019

Lectura dramatizada de "Encuentro entre Descartes y el joven Pascal"

El texto que vamos a trabajar en esta tarea pone voz a las ideas de Descartes, en polémica con un joven filósofo de la época, Blaise Pascal. Ambos pensadores debaten sobre cuestiones como la ciencia, la religión, las certezas matemáticas o el método científico.

Os dejo el tráiler de su representación teatral:



Jean-Claude Brisville, “Encuentro entre Descartes y el joven Pascal”, Trifaldi, 2008. (Extracto).

Resumen: Descartes recibe a Pascal en la celda de un convento. El encuentro entre ambos filósofos está marcado por el momento espiritual que atraviesa cada uno de ellos. Descartes, consciente de su avanzada edad, apela a la juventud de Pascal para que continúe su obra científica, pero éste parece haber renunciado para siempre a la ciencia, al abrazar las tesis de radicalismo religioso de Port-Royal y el obispo Jansenio. La conversación está salpicada de datos históricos, biográficos, y conducida con una gran verosimilitud. En ella se abordan las cuestiones religiosas e intelectuales de una época por dos de sus protagonistas más significativos.

PERSONAJES
Pascal, 24 años
Descartes, 51 años.

El 24 de Septiembre de 1647 hacia el final de la tarde. En París, cerca de la plaza Royal, una celda en el convento de los Mínimos. Mobiliario sencillo. Una puerta a la derecha de la escena. Está abierta. Al levantarse el telón. Descartes está solo, de pie, al lado de la ventana y mira hacia el exterior. Después, se dirige a la mesa y coloca junto a ella dos sillas. Entra Pascal que se detiene al ver a Descartes, al tiempo que lo saluda.