viernes, 27 de enero de 2012

Resumen del "Segundo tratado sobre el gobierno civil", IIª parte

En el capítulo VIII, Locke vuelve sobre el origen de las sociedades políticas, e insiste en la necesidad del consentimiento de sus miembros al "someterse al poder político de otros" y salir del estado de naturaleza. Con ello conseguirían tres objetivos: "una vida cómoda, segura y pacífica de unos con otros", "el disfrute tranquilo de sus bienes propios" y la protección frente a miembros de otras comunidades. Para ello, deben actuar "como un solo cuerpo", en el que "la mayoría tiene el derecho de regir y obligar a todos" (ante la imposibilidad de alcanzar un consentimiento unánime, dada la variedad de intereses y opiniones dentro de la comunidad).
El propio Locke reconoce dos posibles objeciones a su planteamiento:
1. No existen ejemplos en la historia de sociedades políticas formadas por consentimiento.
2. La mayoría de las personas han nacido bajo un gobierno, sometidos al mismo, y no gozan de libertad para crear uno nuevo.
     Respecto a la primera objeción, Locke menciona los casos de Roma y Venecia o los de muchas partes de América ("que sigue siendo todavía un modelo de lo que fueron las épocas primitivas en Asia y Europa"). Si en un principio estos pueblos dieron su consentimiento al poder soberano del padre o a manos de una persona virtuosa, en épocas posteriores "la ambición y el anhelo de goces" llevó a intentar retener y acrecentar el poder, olvidando las tareas para las que había sido creado. Entonces fue "cuando los hombres  creyeron necesario examinar los orígenes y derechos del gobierno". Y entre otras, se introdujeron las ideas, presentes en la época de Locke, de que la monarquía fuese de derecho divino y que el poder paterno fuese la base de toda clase de gobiernos.
    En relación con la segunda objeción, Locke rechaza la idea anterior de que el derecho del padre transmitido  a sus herederos sea lo que diera origen a los gobiernos. Según Locke, cuando el niño sale de la tutela paterna es libre para someterse al gobierno que quiera, "para someterse al cuerpo político que desea", para lo que sería necesario un "compromiso positivo, promesa expresa o pacto". Pues el hecho de vivir y someterse a las leyes de otro país no les convierte en miembros de dicha sociedad, a la que "el extranjero" simplemente da su consentimiento tácito de someterse a las leyes de la comunidad mientras mantenga bienes y posesiones en su territorio.


En el capítulo IX, Locke vuelve a insistir en que la finalidad máxima y principal del Estado es la salvaguardia de los bienes de sus miembros, una salvaguardia "muy incompleta en el estado de Naturaleza". Y es que, aunque la ley natural es "clara e inteligible para todas las criaturas racionales", el interés o la ignorancia de algunos hombres hacen que no la reconozcan como norma obligatoria. Tampoco existe, en el estado de Naturaleza, un juez reconocido e imparcial, ni un poder suficiente que respalde la sentencia y la ejecute debidamente.

En el capítulo X, Locke clasifica las formas de gobierno según quién disponga de la facultad de hacer leyes: por medio de funcionarios nombrados por la comunidad (democracia); en manos de unos pocos hombres selectos, y sus herederos y sucesores (oligarquía); o en manos de un solo hombre (monarquía hereditario o electiva). La forma de gobierno dependerá, pues, de donde se coloque el poder supremo, que para Locke es el legislativo. El pueblo, al señalar en qué manos debe estar el poder legislativo, es el único que puede señalar cuál es la forma de gobierno de la comunidad política.
Sobre la importancia y alcance de esto poder, volverá a insistir en el capítulo XI. En él, Locke subraya que, al entrar en sociedad no desparecen las obligaciones que dimanan de la ley natural, que subsiste como "norma eterna de todos los hombres, sin exceptuar a los legisladores". Y añade algo interesante: "Siendo la ley fundamental de la Naturaleza la conservación del género humano, no tiene validez frente a ella ningún decreto humano". Pero también añade Locke que "como la ley natural no es una ley escrita, y sólo puede encontrarse dentro de la mente de los hombres, no es fácil convencer de su error, allí donde no hay jueces establecidos, a quienes por apasionamiento o interés la tergiversan y la equivocan".
Son interesantes también los límites que Locke impone al poder legislativo:
1. "Tienen que gobernar de acuerdo con leyes establecidas y promulgadas, que no deberán ser modificadas en casos particulares, y tendrán que ser idénticas para el rico y para el pobre, para el favorito que está en la Corte y para el labrador que empuña el arado".
2. "Tales leyes no tendrán otra finalidad, en último término, que el bien del pueblo".
3. "No se deberán percibir impuestos sobre los bienes del pueblo sin el consentimiento de éste, que lo dará directamente o por medio de sus representantes".
4. "El poder legislativo no debe ni puede transferir la facultad de hacer leyes a ninguna otra persona; tiene que dejarla allí donde el pueblo la situó".

En el capítulo XII, del que hemos leído en clase algún fragmento, Locke señala la división entre el poder legislativo, el ejecutivo y el federativo. Locke afirma que no es conveniente "confiar la tarea de ejecutar las leyes a las mismas personas que tienen la misión de hacerlas"; y para ello utiliza un argumento de base psicológica: "Pues sería una tentación demasiado fuerte para la debilidad humana, que tiene tendencia a aferrarse al poder". Los legisladores pasan así a estar sujetos a las leyes que ellos han promulgado. Además, mientras el poder legislativo actuaría intermitentemente, el poder ejecutivo es un poder permanente, pues debe cuidar de la ejecución de las leyes mientras estén vigentes. El poder federativo, por otra parte, es el que lleva consigo el derecho de la guerra y de la paz, el de constituir ligas y alianzas con personas y comunidades políticas ajenas. Tiene a su cargo los intereses  y la seguridad de la población en el exterior. Según Locke, este poder es más difícil de reglamentar mediante leyes positivas, y es imprescindible confiarlo a la prudencia y sabiduría de quienes están encargados para ejercerlo para el bien público. Para Locke, el poder ejecutivo y federativo son distintos, pero resulta difícil separarlos y ponerlos en manos de distintas personas.

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué opinas de la respuestas de Locke a las objeciones a su teoría del consentimiento como base de la comunidad política? ¿Y de su concepción de la división de poderes?

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