domingo, 22 de enero de 2012

Críticas al liberalismo, I

Hemos visto en el texto de John Locke (Segundo tratado sobre el gobierno civil) cómo la cuestión del gobierno político se centra en el problema de la soberanía y la necesidad de fundamentar la legitimidad del poder. Se trata de mostrar el ejercicio legítimo del poder por los gobernantes y la obligación legal de los ciudadanos de obedecer las normas de la comunidad política. Desde Hobbes se trata de intentar resolver el problema de "cómo a partir de la multiplicidad de individuos y voluntades puede formarse una voluntad única".

El filósofo francés Michel Foucault (lección 14 enero 1976, Collège de France) ha señalado que "desde el Medioevo, la elaboración del pensamiento jurídico se hizo esencialmente en torno al poder real". La reactivación del derecho romano en el siglo XII fue "uno de los instrumentos técnicos que constituyeron el poder monárquico autoritario, el administrativo y absoluto. Y en el siglo XVIII, un modelo alternativo, la monarquía parlamentaria".
Según Foucault, la teoría de la soberanía persiste todavía hoy "como ideología y principio de organización de los grandes códigos jurídicos", pero el ejercicio del poder se ejerce también en otro límite, el del que denomina poder disciplinario o de normalización, un conjunto de sujeciones múltiples o mecanismos de control y vigilancia que constituyen, no sin resistencias, nuestros cuerpos y nuestras conductas: un aparato de saber y poder, un conjunto de técnicas de registro, métodos de observación o aparatos de verificación, que configuran históricamente nuestra percepción social y como individuos.

Desde que el lema feminista "the personal is the political" se extendió entre los años 60 y 70 del siglo XX, el poder ya no se identifica solamente con los partidos políticos o la cuestión de quién posee el poder en el Estado, sino que también abarca la dinámica de las relaciones de poder que construyen la experiencia cotidiana de los individuos (las relaciones intra-familiares y sus distintos modelos, los sistemas de salud y terapéuticos, los aparatos educativos, las relaciones de género, la construcción de la identidad sexual, etc.). La lucha política, desde los años 60 ya no se puede reducir a la toma del poder del Estado, sino a la lucha contra todas las formas de dominación y de explotación que, en nuestra sociedad y en nuestra época histórica, intentan conformar nuestra identidad como "sujetos" marcando los límites de la exclusión (como los que delimitan lo normal y lo patológico, la locura, la desviación moral o sexual...). Las luchas políticas, en estos años sesenta, se ampliaron al feminismo, los movimientos de liberación sexual, la antipsiquiatría, la lucha contra las prisiones, contra el autoritarismo de los modelos familiar y educativos existentes, contra la explotación laboral, etc. Y en esa herencia seguimos. A pesar de todo.

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué posibles críticas podemos hacer, desde la actualidad, al planteamiento de Locke sobre la soberanía ?

1 comentario:

  1. La CIA, los militares y la democracia.
    (colaboracionismo)
    colaborar con el negocio de bienes raíces o el negocio de la salud para que uno de mis familiares consiga trabajo en un país desarrollado (Italia, EEUU, etc)

    El ideal liberal requiere reducir al mínimo el papel del Estado en los asuntos económicos (es una farsa).

    El liberalismo, es el control de los militares, en los países en vías de desarrollo como Egipto.

    Lo peor para a un país en desarrollo es el contrabando, que es promovido por los países vecinos; en el mundo desarrollado lo
    llaman sus aliados ejem. Israel en el medio oriente y en América Latina es obvio.

    Los políticos.................. la nueva nobleza.
    Las administraciones.... los nuevos señoríos.
    El ciudadano.................. el nuevo súbdito.

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