sábado, 11 de octubre de 2014

Notas para la lectura del libro X de "La República"

En el libro X, Platón se detiene en lo que anteriormente había discurrido acerca de la poesía. Platón no acepta de ningún modo la poesía imitativa, a pesar del amor y respeto que tenía desde niño a Homero. Pero, señala Platón, "no se debe honrar más a un hombre que a la verdad". El arte mimético está, para Platón, lejos de la verdad, pues imita la apariencia, con lo que se encuentra tres veces alejado de lo real. Por ello concluye que "todos los poetas, comenzando por Homero, son imitadores de imágenes de la excelencia y de las otras cosas que crean, sin tener nunca acceso a la verdad"(601a).

Además, el arte imitativo "trata con la parte inferior del alma, y no con la mejor", pues "por naturaleza se relaciona con el carácter irritable y variado, debido a que éste es fácil de imitar"; "el carácter sabio y calmo, siempre semejante a sí mismo, no es fácil de imitar, ni de aprehender cuando es imitado". Así, no se les admitirá en un Estado que vaya a ser bien legislado, porque despierta la parte inferior del alma, la alimenta y fortalece, mientras echa a perder la parte racional. Del mismo modo, el poeta imitativo "implanta en el alma particular de cada uno un mal gobierno, congraciándose con la parte insensata de ella".
Así, en cuanto a la poesía, "sólo deben admitirse en nuestro Estado los himnos a los dioses y las alabanzas a los hombre buenos. Si en cambio recibes a la Musa dulzona, sea en versos líricos o épicos, el placer y el dolor reinarán en tu Estado en lugar de la ley y de la razón que la comunidad juzgue siempre la mejor" (607a). Platón intenta justificar el destierro de los poetas en su Estado, justificándolo en la razón, y en las antiguas desavenencias entre filosofía y poesía.

      La poesía fue un amor de juventud de Platón, que más tarde abandonaría por no considererarlo provechoso, precaviéndose de "volver a caer en el amor infantil, que es el de la multitud" (608a).
      A continuación, Platón prosigue uno de los argumentos que ya defendió en el diálogo Fedón en su defensa de la inmortalidad del alma: la recompensa del justo y el castigo del injusto. El alma es definida como afín a lo divino, lo inmortal y siempre existente, aunque estropeada por su asociación con el cuerpo y otros males. Siempre "existen las mismas almas, pues al no perecer ninguna, no pueden llegar a ser menos ni tampoco más" (611a).
      Para justificar estos argumentos, Platón introduce el mito de Er, relato de un armenio de la tribu panfilia que, tras yacer en la pira, volvió a la vida y, resucitado, contó lo que había visto allá. En este viaje contempló cómo los injusto pagaban diez veces cada injusticia, y los justos y piadosos recibían en la misma proporción su recompensa. Al final del viaje, cada alma elegía los modos de vida en los que reencarnarse según los hábitos de su vida anterior.

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué argumentos utiliza Platón para desterrar a los poetas de su Estado justo? ¿Podrías contra-argumentarlos? ¿Qué opinas del argumento utilizado por Platón para justificar la inmortalidad del alma y la recompensa de una vida justa?

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