domingo, 28 de septiembre de 2014

Notas de lectura. La República, Libro V.

El libro V de La República es uno de los libros más polémicos de la teoría política de Platón. En él, Sócrates continúa explicando el modo de vida de los guardianes, y comienza detallando la comunidad de mujeres y niños que debe existir en el Estado.

  Señala que las mujeres deben ser empleadas en las mismas tareas que los hombres, enseñándoles las mismas cosas (tanto la música como la gimnasia y las artes de la guerra). Platón es consciente de que esto va contra el tradicional papel de la mujer en la sociedad griega, y que a algunos puede parecer ridícula su práctica. Pero mantiene que las naturalezas de la mujer y la del hombre son a la vez diferentes e idénticas, por lo que "no hay ninguna ocupación entre las concernientes al gobierno del Estado que sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto hombre, sino que las dotes naturales están similarmente distribuidas entre ambos seres vivos, por lo cual la mujer participa, por natualeza, de todas las ocupaciones, lo mismo que el hombre; sólo que en todas la mujer es más débil que el hombre" (455d). Las mujeres deberán pues ocupar las mismas tareas, tanto las relativas a la guerra como a la vigilancia del Estado, aunque habría que confiarles las más livianas de esas tareas, "por la debilidad de su sexo".
Sobre el papel de la mujer en la república platónica, puedes consultar también esta entrada del blog La lechuza de Minerva.

Respecto al matrimonio, ninguna mujer cohabitará en privado con ningún hombre, y los hijos serán comunes, "y ni el padre conocerá a su hijo ni el hijo al padre". Además, el legislador deberá conformar los matrimonios, seleccionando las parejas "de naturaleza similar". El Estado no permitirá las uniones irregulares, buscando "la procreación de los mejores", evitando la degeneración de la raza. Así, "es necesario que los mejores hombres se unan sexualmente a las mejores mujeres; y lo contrario, los más malos con las más malas; y hay que criar a los hijos de los primeros, no a los de los segundos, si el rebaño ha de ser sobresaliente. Y siempre que sucedan estas cosas permanecerán ocultas excepto a los gobernantes mismos, si, a su vez, la manada de los guardianes ha de estar, lo más posible, libre de disensiones" (459e) (Curioso uso político de los términos manada y rebaño).
Platón justifica el uso de la mentira y el engaño por parte de los gobernantes "para beneficio de los gobernados". Así, para arreglar los matrimonios convenientes para el Estado, instituirán festivales y harán "ingeniosos sorteos", "para que el mediocre culpe al azar de cada cópula, y no a los gobernantes" (460a). Del mismo modo, "a los jóvenes que son buenos en la guerra o en alguna otra cosa debe dotárselos de honores y otros premios, y en especial de una más plena libertad para acostarse con mujeres, para que, al mismo tiempo, sirva de pretexto para que de ellos se procree la mayor cantidad posible de niños" (420b). (Imaginamos que lo mismo valdría para las jóvenes guerreras). Estas polémicas medidas eugenésicas se agravan cuando Platón sostiene que los niños nacidos estarán bajo el cargo de los magistrados, que los llevarán a "una guardería junto a institutrices que habitarán en alguna parte del país separadamente del resto. En cuanto a los de los peores, y a cualquiera de los otros que nazca defectuoso, serán escondidos en un lugar no mencionado ni manifiesto, como corresponde" (460c). Las madres serán conducidas a la guardería "cuando estén con los pechos henchidos, poniendo el máximo ingenio para que ninguna perciba que es su hijo". Las mujeres, por tanto, deben parir para el Estado desde los veinte a los cuarenta años. Más allá de esa edad, los niños nacidos no serían alimentados.
Existe el problema del incesto: cómo distinguir entre padres e hijos. Si las relaciones entre padres e hijos vienen condicionadas por la diferencia de edad, las relaciones entre hermanos, más difíciles de distinguir, podrían permitirse "si el sorteo así lo decide y la Pitia lo aprueba".
Con todas estas polémicas medidas respecto a la familia y el matrimonio, Platón cree fomentar la cohesión dentro del Estado, pues éste estará exento "de las disensiones que, por riquezas, hijos y parientes, separan a los hombres". El Estado, además, no se orientará a la felicidad de una sola clase. Por otro lado, los niños serán conducidos a la guerra como observadores, tomando las necesarias precauciones, para contemplar los trabajos que deberán hacer una vez adultos. Tras la guerra, Platón establece cómo ha de comportarse con los enemigos, condenando la esclavitud entre griegos, pues "la raza griega es familiar y congénere respecto de sí misma, ajena y extranjera respecto de la raza bárbara" (enfoque muy etnocéntrico).

Más tarde, Platón se detiene en considerar si todo lo anterior, paradigma del buen Estado, según él, puede realmente llevarse a la práctica. A Platón le basta con aceptar que "tales cosas pueden llegar a existir", en la convicción de que "a menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado, y que coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía..., no habrá, querido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco, creo, para el género humano" (473d). Además, como ha subrayado B. Russell en su Historia de la filosofía occidental, muchas de las cláusulas que aparecen en la teoría política platónica se ponían en práctica en Esparta ( algunos detalles de esto lo podemos ver en la Vida de Licurgo, de Plutarco), y el gobierno de filósofos ya había sido intentado por Pitágoras. Además, era corriente que las ciudades empleasen a un sabio para el establecimiento de sus leyes, como sucedió con Solón en Atenas, Tales en Mileto o Protágoras en Turios. Quizás el error de Platón fue el intentar realizar su utopía política en una gran ciudad comercial como Siracusa, comprometida en guerras con Cartago, y gobernada por un tirano. Probablemente hubiera tenido más suerte si su experimento político hubiera tenido lugar en algunas de las colonias griegas libres del control de la metrópoli. Más tarde, con el florecimiento de Macedonia, desaparecerían las pequeñas ciudades-estado griegas, y con ellas la posibilidad de experimentos políticos.
A continuación, Platón plantea la cuestión de ¿a quién llamaremos con justicia "filósofo"?, a lo que responde que denominaría así "a aquel que está rápidamente dispuesto a gustar de todo estudio y marchar con alegría a aprender, sin darse nunca por harto", a los que "aman el espectáculo de la verdad", frente a los "amantes de espectáculos y de las artes y hombres de acción", incapaces de divisar la naturaleza de lo Bello en sí y de deleitarse con ella, incapaz por tanto de seguir al que conduce hacia su conocimiento; que opina, pero no conoce. Así propone Platón distinguir entre los filósofos y los "amantes de la opinión".

Cuestiones para el cuaderno:  Platón propone en este libro V cuestiones muy polémicas en el ámbito ético y político. ¿Qué opinas sobre la posición de Platón respecto a la familia y el matrimonio? ¿Qué piensas sobre el papel que desempeñan las mujeres en La República? ¿Y sobre conducir a los niños a la guerra como observadores? ¿Creía Platón que su teoría política era meramente ideal o que se podía llevar a la práctica?

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