viernes, 26 de septiembre de 2014

Notas de lectura. La República, libro II.

En el capítulo II de La República, Glaucón retoma el argumento de Trasímaco, sosteniendo que "es por naturaleza bueno el cometer injusticias, malo el padecerlas, y que lo malo del padecerlas supera en mucho a lo bueno de cometerlas". Así, lo justo "es deseado no como un bien, sino estimado por los que carecen de fuerza para cometer injusticias"". Para ejemplificar esto relata el mito de Giges, un pastor que, tras una tormenta y un terremoto, desciende al abismo donde encuentra un anillo de oro. Al descubrir que podía hacerlo invisible, se dedicó a todo tipo de injusticias. Por consiguiente, continúa Glaucón, "si existiesen dos anillos de esa índole y se otorgara uno a un hombre justo y otro a uno injusto, según la opinión común no habría nadie tan íntegro que perseverara firmemente en la justicia y soportara de abstenerse de los bienes ajenos". Este tipo de relato acerca del poder de un anillo que otorga invisibilidad a su portador y provoca la tentación de obrar mal sin ser visto ni sufrir castigo, aparece en muchos relatos antiguos (y no tan antiguos, como en la obra "El señor de los anillos" de Tolkien).
Así, subraya Glaucón, el que, contando con tal poder, obrara según la justicia sería considerado "el hombre más desdichado y tonto, aunque lo elogiaran en público". Por tanto, lo conveniente sería no querer ser justo, sino parecerlo.

Sobre el posible castigo de los dioses, Glaucón sostiene que "si los dioses no existen o no se mezclan en los hechos humanos, ¿por qué preocuparse en ocultarnos de ellos? No sabemos de ellos ni hemos oído nada que proceda de alguna otra parte que de las leyendas y de los poetas que han hecho su genealogía. Además, esos mismos poetas dicen que los dioses son de tal índole que se les puede hacer mudar de opinión convenciéndolos "por medio de sacrificios y tiernas plegarias" y ofrendas.
A continuación, Sócrates propone comenzar por analizar el problema de la justicia en el Estado antes que en el individuo, "prestando atención a la similitud de lo más grande en la figura de lo más pequeño". Para ello comienza por señalar el origen de la fundación del Estado, que nace de la necesidad de satisfacer las distintas provisiones de la comunidad, que deberían ser cubiertas según la "disposición natural" o los dotes naturales de los individuos. Todo esto parece un intento de naturalizar las divisiones sociales, de legitimar la existencia del Estado en las distintas disposiciones de la naturaleza humana.
El concepto de justicia en griego proviene de una concepción ético-religiosa del universo en la que toda persona y cosa tienen su lugar y función señalado. No se corresponde, por tanto, con nuestro concepto de justicia como igualdad, elaborado bajo la influencia de la teoría democrática. Así, dentro de un rígido esquema social y laboral, se asignaría a cada uno una tarea única, según sus dotes, en la cual debía trabajar a lo largo de su vida, liberado de las demás tareas.
El problema, como señala el propio Sócrates, es decidir qué naturaleza, qué cualidades corporales y anímicas son las apropiadas para cada tarea, especialmente la de los guardianes. Esto conduce a Platón a indagar el modo de crianza y educación de estos últimos, centrada en la gimnástica para el cuerpo y la música para el alma.

Luego, Platón propone rechazar a la mayoría de los forjadores de mitos ("en general falsos, aunque también haya en ellos algo de verdad"), pues inculcan en las almas de los niños opiniones no muy adecuadas para su formación. Con ello, Platón introduce por primera vez la censura de los poetas en la ciudad, por representar mal a los dioses y a los héroes, pues, aunque compuestos con sentido alegórico, los niños no serían capaces de discernir lo que es alegórico de lo que no lo es.
Además, el desarrollo y crecimiento del Estado aparece ligado a la guerra, por la supuesta necesidad de agrandar el territorio para satisfacer las crecientes necesidades de la población. No obstante, advierte que "es aquello a partir de lo cual, cuando surge, se producen las mayores calamidades, tanto privadas como públicas".

Cuestiones para el cuaderno: ¿Con qué argumentos defiende Glaucón la conveniencia de parecer justo más que serlo?  ¿Considera un argumento válido el castigo de los dioses a la persona injusta? A continuación, Sócrates cambia el debate desde la justicia en el individuo hacia la justicia en el Estado. ¿Cómo justifica Sócrates la existencia del Estado y las divisiones sociales que en él se establecen? ¿Aparece el Estado ligado a la guerra? ¿Por qué excluye a los poetas de la ciudad?

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