domingo, 28 de septiembre de 2014

Notas de lectura. La República, IV

En el libro IV de La República, Sócrates continúa afirmando que los guardianes "no trabajan más que para su sustento, sin recibir, además de los alimentos, un salario como los demás, de manera que ni siquiera se les permite hacer un viaje particular de placer, no se les conceden cortesanas ni gastar para darse gustos, tal como gastan los que pasan por ser más felices" (420a). Pues, sostiene Sócrates, "no fundamos el Estado con la mirada puesta en que una sola clase fuera excepcionalmente feliz, sino en que lo fuera al máximo toda la sociedad" (420b). Pero cada una de las clases participará de la felicidad que su supuesta "naturaleza" le asigna (otra forma de legitimar, naturalizando, las diferentes clases en el Estado). Sócrates (Platón) vuelve a insistir en que si de los guardianes nace algun hijo "inferior", habrá de enviarlo con los que le sean afines, y lo mismo al contrario.

En definitiva, cada ciudadano deberá entregarse a la función "para la cual está naturalmente dotado" (423d). La justicia, pues, consiste en hacer lo que corresponde a cada uno, de modo adecuado" (433b), y abarca tres cualidades: la moderación, la valentía y la sabiduría, que se corresponden con cada clase (artesanos, guerreros y gobernantes). En el Estado platónico, está muy nítida la división de tareas y de clases, pues cada uno debe hacer sólo lo suyo, "sin mezclarse en los asuntos de los demás". También en el alma humana existen tres clases que se corresponden con las del Estado: el raciocionio, la fogosidad y la facultad apetitiva. El autogobierno del ser humano consistiría en poner en orden y armonizar las tres especies de alma. Este paralelismo entre las especies del alma humano y las clases del Estado le lleva a Platón a distinguir tantos modos de gobierno como modos del alma (5).  

Cuestiones para el cuaderno: ¿Es compatible una democracia con un Estado en la que cada clase social debe cumplir su función, "sin mezclarse en los asuntos de los demás? ¿Son los asuntos del "gobierno de la ciudad" exclusivos de un determinado grupo social? ¿Es legítimo fundamentar las diferentes formas de Estado, y las diferencias sociales en él existentes, en la "naturaleza humana"? Es decir, ¿es legítimo fundamentar una institución resultado de la convención, del acuerdo social, en las supuestas "capacidades naturales o innatas" de los individuos? ¿O no son éstas últimas, en gran parte, resultado del aprendizaje desarrollado por esos individuos precisamente en esa sociedad o Estado al que se intenta justificar? ¿No sería ésta una argumentación circular?

2 comentarios:

  1. José las preguntas de esta actividad no las entiendo, y no se como contestarlas.

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  2. Hola Ángela. Seguramente tienes razón en que las preguntas no estén formuladas con suficiente claridad. Se trata sólo de reflexionar sobre lo que Platón nos cuenta en el libro IV de La República. Platón señala que en su Estado cada clase debe cumplir una función, y que por ello la clase gobernante debe tener en exclusiva las tareas de gobierno, algo que parece eludir la participación o el control de las demás clases sociales. Además, Platón fundamenta esta división social y de tareas en la diferente educación recibida por cada clase, lo que a su vez parece fundamentarse en las diferentes "naturalezas" de cada una. Y a la inversa, esas distintas "capacidades o disposiciones naturales" de las personas parecen depender a su vez del desarrollo de esas capacidades a través de la educación mediante el Estado. Con ello -al final- parece que la división social no es algo convencional, fruto de un determinado contexto histórico y social, sino resultado de la "naturaleza humana", algo que la educación sólo vendría a legitimar.
    Espero haberte ayudado un poco. Un saludo

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