El periodo helenístico abarca el periodo situado entre las conquistas de Alejandro Magno (323 a.C.) y la consolidación del Imperio Romano. El helenismo representó, como señala Jesús Mosterín (Helenismo, Alianza, 2007), "la globalización cultural de todo el mundo antiguo, incluida la misma Roma, basado en la adopción casi universal de la lengua y la cultura griega. El pensamiento helenístico produjo tres grandes filosofías: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo. Es también una época en la que florecen las ciencias prácticas, en Alejandría y Rodas, gracias a las obras de científicos como Euclides, Ptolomeo, Aristarco, Hipatia, Arquímedes o Eratóstenes.
"Durante la época helenística la ciencia y la filosofía, hasta entonces unidas e indistinguibles, se separaron desde varios puntos de vista, incluso geográficamente. La ciencia se hacía en islas ricas y bien protegidas, como Sicilia y Rodas, y, sobre todo, en Alejandría, la capital del más opulento de los reinos helenísticos... Atenas, por el contrario, había perdido su poder y su riqueza... A pesar de todo, Atenas no solo mantuvo, sino que incluso afianzó su papel de capital filosófica del mundo durante esta época. Ello se debió, sobre todo, a que era la sede de las escuelas filosóficas".
Como ha señalado R. Collins (Sociología de las filosofías, Hacer, 2005), en el año 300 a.n.e. se produjo un fuerte realineamiento de las escuelas filosóficas. Mientras estoicos y epicúreos hacían su aparición, reactivando las antiguas posiciones heraclitiana o atomista, las dos escuelas más antiguas que todavía seguían con vida, platónicos y aristotélicos, se desplazaban respectivamente hacia el escepticismo y el materialismo.
Las nuevas escuelas, estoicos y epicúreos, fundadas por Zenón y Epicuro, respectivamente, compitieron por el mismo espacio: el espacio de la religión racionalista. Los epicúreos defendían que los dioses existían como algo concreto, pero que no tenían nada que ver con los asuntos humanos, mientras que los estoicos adoptaron la postura panteísta y declararon los templos superfluos, pues el intelecto humano era parte de la sustancia divina, y la mente era el verdadero templo. Ambas escuelas, además, heredaron la idea de que "la virtud consiste en el alejamiento, discutiendo sobre los matices de la apatheia (la libertad frente a las pasiones) y la ataraxia (la tranquilidad de espíritu)". Aunque, bajo esta disputa había diferentes estilos de vida: mientras los epicúreos defendían la separación de la sociedad para alcanzar la armonía mediante la contemplación, los estoicos buscaban la ecuanimidad interior en el desenvolvimiento de sus tareas o responsabilidades sociales. Mientras el sabio epicúreo vive apartado de la ciudad, en comunidades apolíticas de amigos, el sabio estoico no renuncia a la vida política. Si el hedonismo epicúreo buscaba la felicidad en el placer y la evitación del dolor, los estoicos proponían vivir conforme a la Naturaleza (que identificaban con la razón universal). Es interesante la forma en que los epicúreos argumentaban la posibilidad de conseguir la ataraxia mediante la liberación de temores como el destino (el indeterminismo eliminaba el temor a la fatalidad), la muerte (se explicaba por la ley de agregación y disolución atómica) y los dioses (hechos también de átomos materiales, viviendo en lugares remotos, lejos de los asuntos humanos).
Collins sostiene que el cambio que supuso la filosofía helenística no se debió sólo a el cambio de las condiciones externas, a la crisis de la polis griega y un periodo de decadencia, como se ha señalado tradicionalmente, sino que principalmente fue debido a las grandes tensiones producidas en la comunidad intelectual. Así, mientras la escuela platónica mantenía fuertes debates con la estoica, la escuela aristotélica evolucionó hacia la ciencia empírica en respuesta al materialismo de los epicúreos, el eclecticismo de los estoicos y el creciente escepticismo de la Academia platónica (que fue abandonando su idealismo y el liderazgo en el campo de las matemáticas). Los aristotélicos realizaron este giro como una red conectada con la eclosión de la actividad científica en Alejandría. En la astronomía alejandrina los aristotélicos pudieron conectar las ciencias naturales y las matemáticas. En este contexto tuvo lugar la sistematización de la geometría de Euclides, las matemáticas de Eratóstenes y Arquímedes, la astronomía heliocéntrica de Aristarco y la mecánica de Ctesibio. Además, las escuelas médicas hipocráticas se trasladaron en esa época a Alejandría.
Otra escuela helenística, que tenía su base en la sofística, fue el escepticismo, representado por Pirrón, que sostenía que las cosas eran incognoscibles, pues las impresiones eran diferentes en cada hombre y las opiniones discrepantes. Ante la imposibilidad de un criterio de verdad, sólo quedaba la epojé, la suspensión de todo juicio (nada se puede decir que es o no es, en todo caso, que parece). Siguen también el modelo de Heráclito, del devenir de las cosas, y defienden la incertidumbre y la indeterminación como constituyentes del ser físico. Coinciden con estoicos y epicúreos en la búsqueda de la ataraxia o tranquilidad de espíritu ante el mundo exterior.
Como ha señalado R. Collins (Sociología de las filosofías, Hacer, 2005), en el año 300 a.n.e. se produjo un fuerte realineamiento de las escuelas filosóficas. Mientras estoicos y epicúreos hacían su aparición, reactivando las antiguas posiciones heraclitiana o atomista, las dos escuelas más antiguas que todavía seguían con vida, platónicos y aristotélicos, se desplazaban respectivamente hacia el escepticismo y el materialismo.
Las nuevas escuelas, estoicos y epicúreos, fundadas por Zenón y Epicuro, respectivamente, compitieron por el mismo espacio: el espacio de la religión racionalista. Los epicúreos defendían que los dioses existían como algo concreto, pero que no tenían nada que ver con los asuntos humanos, mientras que los estoicos adoptaron la postura panteísta y declararon los templos superfluos, pues el intelecto humano era parte de la sustancia divina, y la mente era el verdadero templo. Ambas escuelas, además, heredaron la idea de que "la virtud consiste en el alejamiento, discutiendo sobre los matices de la apatheia (la libertad frente a las pasiones) y la ataraxia (la tranquilidad de espíritu)". Aunque, bajo esta disputa había diferentes estilos de vida: mientras los epicúreos defendían la separación de la sociedad para alcanzar la armonía mediante la contemplación, los estoicos buscaban la ecuanimidad interior en el desenvolvimiento de sus tareas o responsabilidades sociales. Mientras el sabio epicúreo vive apartado de la ciudad, en comunidades apolíticas de amigos, el sabio estoico no renuncia a la vida política. Si el hedonismo epicúreo buscaba la felicidad en el placer y la evitación del dolor, los estoicos proponían vivir conforme a la Naturaleza (que identificaban con la razón universal). Es interesante la forma en que los epicúreos argumentaban la posibilidad de conseguir la ataraxia mediante la liberación de temores como el destino (el indeterminismo eliminaba el temor a la fatalidad), la muerte (se explicaba por la ley de agregación y disolución atómica) y los dioses (hechos también de átomos materiales, viviendo en lugares remotos, lejos de los asuntos humanos).
Collins sostiene que el cambio que supuso la filosofía helenística no se debió sólo a el cambio de las condiciones externas, a la crisis de la polis griega y un periodo de decadencia, como se ha señalado tradicionalmente, sino que principalmente fue debido a las grandes tensiones producidas en la comunidad intelectual. Así, mientras la escuela platónica mantenía fuertes debates con la estoica, la escuela aristotélica evolucionó hacia la ciencia empírica en respuesta al materialismo de los epicúreos, el eclecticismo de los estoicos y el creciente escepticismo de la Academia platónica (que fue abandonando su idealismo y el liderazgo en el campo de las matemáticas). Los aristotélicos realizaron este giro como una red conectada con la eclosión de la actividad científica en Alejandría. En la astronomía alejandrina los aristotélicos pudieron conectar las ciencias naturales y las matemáticas. En este contexto tuvo lugar la sistematización de la geometría de Euclides, las matemáticas de Eratóstenes y Arquímedes, la astronomía heliocéntrica de Aristarco y la mecánica de Ctesibio. Además, las escuelas médicas hipocráticas se trasladaron en esa época a Alejandría.
Otra escuela helenística, que tenía su base en la sofística, fue el escepticismo, representado por Pirrón, que sostenía que las cosas eran incognoscibles, pues las impresiones eran diferentes en cada hombre y las opiniones discrepantes. Ante la imposibilidad de un criterio de verdad, sólo quedaba la epojé, la suspensión de todo juicio (nada se puede decir que es o no es, en todo caso, que parece). Siguen también el modelo de Heráclito, del devenir de las cosas, y defienden la incertidumbre y la indeterminación como constituyentes del ser físico. Coinciden con estoicos y epicúreos en la búsqueda de la ataraxia o tranquilidad de espíritu ante el mundo exterior.
A continuación os dejo un pequeño vídeo sobre el pensamiento helenístico:
No hay comentarios:
Publicar un comentario