miércoles, 7 de diciembre de 2016

Aristóteles y la educación

       Aristóteles dedica el libro V de la "Política" a la educación. En él trata algunas cuestiones relativas al arte de la educación: ¿es necesario imponer una regla, una disciplina a la infancia?, ¿debe la educación ser impartida por el Estado, según métodos uniformes, o abandonada a las familias?, ¿sobre qué objetos debe dirigir los estudios?
- Sobre la primera cuestión, Aristóteles señala que la educación es necesaria, porque forma las costumbres y las costumbres fortalecen los Estados. No hay vida social sin educación, y la educación cambiará de carácter según sea dada en una sociedad aristocrática o en una sociedad democrática.

- Respecto a la segunda cuestión, Aristóteles, de acuerdo con las tendencias generales de la antigüedad, se declara partidario de la educación pública y común. Se lamenta de que el uso contrario haya sido introducido en algunas ciudades griegas, y que la educación sea dejada a la discreción de las fammilias. Pero Aristóteles no es como Platón, y confía los niños a sus padres hasta los siete años. Pero a partir de esa edad, los niños deben ser sometidos a una educación idéntica y por consecuencia pública. La meta es la misma para todos los ciudadanos: aprender la virtud. Además, es un error creer que los ciudadanos se pertenecen enteramente a sí mismos: son parte del Estado. El particularismo en la educación equivale a la ruina del Estado, ya que suprime esta unidad espiritual sin la cual la unidad material es una palabra vacía.

- Sobre el objeto de enseñanza, aparta de la educación todas las ocupaciones, artes o ciencias, que son inútiles para formar al hombre en la práctica de la virtud: no solamente las artes mecánicas que deforman los cuerpos e impiden la elevación del pensamiento, sino "las ciencias liberales mismas, cuando son llevadas demasiado lejos y estudiadas con un exceso de curiosidad, sobre todo con la intención de convertirse en un medio de existencia". Aristóteles sigue aquí los prejuicios de la antigüedad, y considera como servil, como indigno de un hombre libre, todo lo que tiene un carácter de utilidad práctica y material. "La preocupación exclusiva de las ideas de utilidad no convienen a las almas nobles ni a los espíritus libres". Los objetos de estudio desinteresados, únicos dignos de un hombre libre son cuatro: la gimnástica, la gramática, la música y el dibujo. Según Aristóteles, estos estudios deben ser abordados sucesivamente, y no simultáneamente y a la vez. Pero es la música la que preocupa especialmente a Aristóteles: no es simplemente un pasatiempo virtuoso o placentero (aunque por ello ya merecería ser introducida en la educación), pues ese placer requiere tener conocimientos musicales y, además, ejerce sobre los corazones una influencia moral (puede modificar las pasiones y afectos porque es capaz de representarlos y de inspirarlos). Esta opinión sobre los efectos moralizadores de la música era opinión también de los antiguos, que decían que para reformar las costumbres de un pueblo bastaba añadir o suprimir una cuerda a la lira.
Faltaría añadir evidentemente, a este esbozo inacabado de la educación para Aristóteles, las admirables enseñanzas impartidas en el Liceo: la disciplina lógica temperada por el hábito de la observación y el estudio de los hechos, la admiración y crítica inteligente de las bellezas de la elocuencia y la poesía, los conocimientos de física e historia natural, la ciencia política considerada tanto en la realidad de las constituciones de su época como en el ideal de las doctrinas...
Hay pues aspectos muy interesantes en la pedagogía aristotélica, pero no está libre de los prejuicios sociales de su tiempo. La instrucción moral y no utilitaria, liberal y no profesional, que Aristóteles propone a los hombres libres, está hecha para una pequeña minoría: es posible porque la mayoría está excluida. Los esclavos, los trabajadores, encargados de alimentar a los hombres libres y proporcionarles sus placeres, no participan en la educación al igual que de la libertad o la propiedad. Quizás la mejor educación sea la que permita cambiar un régimen social en el que bajo las apariencias de libertad de algunos subyace la opresión de la gran mayoría.
Fuente: Gabriel Compayré (http://www.inrp.fr/edition-electronique/lodel/dictionnaire-ferdinand-buisson/document.php?id=2082). La traducción es nuestra.


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