domingo, 17 de enero de 2021

Descartes: ¿existe una realidad previa e independiente a la conciencia? El papel del sueño en el conocimiento de la realidad.

 

    La neurociencia ha reactivado las tradicionales cuestiones filosóficas en torno al problema de la conexión mente-cerebro (si la primera es un efecto secundario de la actividad cerebral), así como de la posibilidad de captar "la realidad exterior" a partir de nuestro cerebro. 

    Científicos como Richard Gregory ("El cerebro no busca la verdad, sino sobrevivir") han señalado que nuestro cerebro no ha evolucionado para poder comprender el mundo, alcanzar la verdad sobre los hechos que lo componen, sino para sobrevivir. Gregory sostiene que, aunque cree que realmente existe una realidad ahí fuera, nuestra percepción es solamente una hipótesis que se aplica al mundo para poder habitarlo, que utiliza una física de sentido común, una "física de cocina", con la que poder actuar en nuestro entorno, pero que "nada de esto guarda relación con la verdad absoluta". Gregory sostiene que "en el interior de la cabeza reina la oscuridad más absoluta y sólo se dan pequeños pulsos eléctricos que proceden de los sentidos y que el cerebro tiene que desarrollar (con poca información y muy vaga). Y la señal es muy diferente de lo que realmente se observa". 

    Otro tema interesante es el papel del sueño en el conocimiento de la realidad. Vimos cómo la razón moderna cartesiana pretende disolver la confusión de la vigilia y el sueño. Pero los sueños pueden ser más reales que la vida misma. Lo vemos -como ha señalado Juan Arnau- "en las enfermedades mentales, que comparten con los sueños las alucinaciones, los delirios y cierta "flexibilización de la lógica" (o de la identidad)". En otras épocas y en otras culturas, los sueños fueron (y son) fuente legítima de conocimiento. Para algunas culturas el sueño es umbral a otro plano de realidad, "un ámbito que existía antes de que naciera el soñante y que le sobrevivirá". El propio Descartes hizo referencia a tres sueños en su camino para la reforma del método. "Los sueños son como las estrellas, cuando los observamos, vemos un mundo antiguo", afirma Arnau.

    Es irónico que uno de los mayores representantes del racionalismo, el que parecía, con la demostración de la existencia de Dios, haber resuelto la duda respecto a la distinción entre la vigilia y el sueño, encontrara en tres sueños la inspiración para su método. Así exponía Descartes en sus Meditaciones Metafísicas (I), la duda que introducía el sueño en su conocimiento:

"No obstante, tengo aquí que considerar que soy hombre y, en consecuencia, que tengo costumbre de dormir y de representarme en mis sueños las mismas cosas, o algunas menos verosímiles, que esos insensatos cuando están despiertos. ¿Cuántas veces he soñado, durante la noche, que estaba en este lugar, que estaba vestido, que estaba cerca del fuego, aunque estuviese completamente desnudo en mi cama? Me parece ahora que no miro este papel con ojos somnolientos; que esta cabeza que muevo no está adormilada; que extiendo esta mano intencionadamente y con un propósito deliberado, y que la siento: lo que ocurre en un sueño, sin embargo, no parece ser tan claro ni tan distinto como todo esto. Pero, pensándolo cuidadosamente, recuerdo haber sido a menudo engañado, mientras dormía, por semejantes ilusiones. Y deteniéndome en este pensamiento, veo tan manifiestamente que no hay indicios concluyentes, ni señales suficientemente seguras por las que se pueda distinguir claramente la vigilia del sueño, que me quedo totalmente asombrado; y mi asombro es tal, que es casi capaz de persuadirme de que duermo".

    Al parecer, en la noche del 10 al 11 de noviembre de 1619, Descartes tuvo tres sueños (lo que se conoce como el "episodio de la estufa") que le impulsaron a la reforma del método y su fundamentación. El relato de esos sueños se ha reconstruido a partir de notas personales descartadas por Descartes –y recuperadas más tarde por Leibniz– y de sus diarios de viaje a los que tuvo acceso su biógrafo Adrien Baillet, donde extiende su relato sobre tal suceso. En esa noche de pensamientos al calor de una estufa, Descartes tuvo tres sueños o visiones.

En el primer sueño, aparecía él en un día con mucho viento, tanto que le era imposible alcanzar la iglesia a la que se dirigía. Por el contrario, el resto de la gente parecía no tener ninguna dificultad en caminar. El viento acabó por arrojarle contra una pared y en estas estaba cuando un viejo conocido entra en escena y le ofrece ¡un melón! Al despertar, Descartes comenzó a preguntarse por el significado de dicho sueño hasta que cayó dormido de nuevo.

Del segundo sueño despertó por el enorme ruido de un trueno. Al abrir los ojos creyó ver su cuarto lleno de chispas de fuego. Entonces Descartes quiso buscar una explicación física al fenómeno, cuando le pudo de nuevo el cansancio y cayó dormido.

En esta ocasión, Descartes soñó estar en una habitación, un estudio, con la sola compañía de dos libros: un diccionario y una antología de poemas. Deseoso de ver el contenido de este último, lo abrió y se encontró con la frase: «¿Qué camino debería tomar en mi vida?». Paró de leer, levantó la vista y vio a un hombre, un desconocido, que le acercaba un papel. «Sí… y no…». Estaba escrito en esa nota. Por tercera vez en la noche, Descartes despertó y se puso a pensar sobre el significado de todo aquello. Los dos primeros sueños le habían llenado de terror, pero el último le había tranquilizado y le había mostrado, finalmente, su camino. Aunque los dos primeros hubieran sido obra de un demonio maligno, el último le había hecho encontrar su camino en la vida: desatendiendo los deseos de su padre, Descartes no sería ni soldado ni un hombre de leyes: sería un hombre a la búsqueda de la verdad y a eso consagraría el resto de su vida.

 Fuentes: https://www.filco.es/noche-descartes-encontro-camino/ y J. Siruela, El mundo bajo los párpados, Atalanta, 2010, pp. 48-56.

 A continuación os dejo con la transcripción del primer sueño que hizo el biógrafo de Descartes:

 “Después de haberse dormido, su imaginación se sintió conmovida por la representación de algunos fantasmas que se le presentaron y que lo espantaron de tal manera que, creyendo andar por las calles, se veía obligado a apoyarse en el lado izquierdo para poder avanzar hacia el lugar al que quería ir, porque sentía una gran debilidad en el costado derecho, en el que no podía sostenerse.Avergonzado por marchar de ese modo hizo un esfuerzo por enderezarse, pero sintió un viento impetuoso que arrojándolo a una especie de torbellino le hizo dar tres o cuatro vueltas sobre el pie izquierdo. No fue sólo eso lo que lo espantó. La dificultad que experimentaba para arrastrarse lo llevaba a creer que caía a cada paso, hasta que al descubrir en su camino un colegio abierto penetró en él para hallar un refugio y un remedio para su mal. Trató de ganar la iglesia del colegio,en la que inmediatamente pensó ir a rezar; pero como notara que había pasado un conocido sin saludarlo, quiso volver sobre sus pasos para cumplimentarlo y fue rechazado con violencia por el viento que soplaba contra la iglesia. Al mismo tiempo divisó en medio del patio del colegio a otra persona que lo llamó por su nombre en términos corteses y amables y que le dijo si quería ir a buscar al señor N. que tenía algo que entregarle. Descartes imaginó que se trataba de un melón que le habían traído de algún país extranjero. Pero lo que más le sorprendió fue advertir que los que se reunían en torno de dicha persona para conversar se mantenían erguidos y firmes sobre sus pies: aun cuando él permanecía en todo momento encorvado y vacilante en el mismo lugar y el viento, que creyó que lo voltearía repetidamente, había amainado mucho. En ese mismo momento se despertó y sintió exactamente una hora después una verdadera sensación de que le hizo temer que fuera obra de algún genio maligno que quisiera seducirlo. Inmediatamente se volvió sobre el lado derecho, pues se había dormido sobre el izquierdo y así había tenido el sueño".

Baillet, A.: (1691): Vie de Mr. Descartes, Paris, D. Horthemels, I, pp. 81-82. (AT, X, p.1). Accesible en https://archive.org/details/bub_gb_RhNEAAAAcAAJ/page/n203/mode/2up

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