domingo, 30 de noviembre de 2014

Notas para una disertación: los límites de nuestro conocimiento de la realidad

Dibujos de Escher

 Para el próximo lunes os he propuesto una disertación sobre los límites de nuestro conocimiento de la realidad. Con ella comenzaremos a plantear algunas de las cuestiones que analizaremos en el texto de René Descartes (Discurso del Método, IV).

Voy a intentar ayudaros a plantear el borrador con el que debéis empezar vuestra disertación. Una buena idea es plantear una batería de cuestiones que pueden ayudarnos a definir mejor el tema que debatimos, o a abrir distintas vías de acercarnos a él:
- ¿El ser humano es capaz de comprender la naturaleza? ¿La realidad es tal y como la percibimos?
- ¿Qué conocemos: las cosas o las ideas que tenemos de las cosas? (Recordar a Platón)
- ¿Existe una realidad de manera independiente a la naturaleza humana?:  Cuando se cae un árbol en el bosque, ¿suena?
- ¿Sigue una regularidad la naturaleza, o es azarosa e impredicible (y vano entonces nuestro intento de buscar en ella regularidades o leyes)?
- ¿Existen dimensiones de lo real incognoscibles para nosotros?
-¿El límite de nuestro conocimiento es el límite de la ciencia? ¿El límite de nuestro conocimiento de la realidad viene marcado por la razón, por el conocimiento científico y filosófico? ¿O existen otras vías de conocimiento de la realidad? ¿Aportan verdadero conocimiento la religión, el mito o las pseudociencias?
Otra cuestión, que se ha planteado hoy en clase, y que es también importante, es la de la pertinencia o el interés de la cuestión propuesta (que debemos incluir luego en la introducción):
¿Qué utilidad tiene investigar sobre esta cuestión? ¿No sería preferible dedicar los esfuerzos a otras cuestiones como curar enfermedades graves? Aunque corremos el riesgo de desviar el debate hacia temas de política científica, es interesante tratar las conexiones entre conocimiento teórico y conocimiento aplicado, así como las implicaciones sociales, económicas o políticas de la investigación, las limitaciones éticas de esa búsqueda de conocimiento.

 Para el apartado del desarrollo de la disertación, podemos buscar varios enfoque posibles del problema. En clase hemos planteado algunos: el físico, el psicológico, el filosófico, el ético, el artístico... Es importante siempre buscar y señalar la existencia de distintos enfoques o maneras de tratar el problema propuesto, aunque los límites de nuestro trabajo nos haga -para esta disertación en concreto- centrarnos solamente en alguno de ellos.  Nosotros debemos tratar especialmente el enfoque filosófico, aunque no en exclusiva, y siempre que podamos poniéndolo en relación con otras perspectivas de conocimiento.

Si no sabéis cómo empezar, podéis hacer un rastreo aleatorio en alguna enciclopedia o en algún buscador (como Google), poniendo términos como "límites del conocimiento" o "límites de la ciencia". Debéis saber seleccionar bien lo que el buscador os presenta, pero puede daros algunas ideas por dónde ir. Así, si ponemos estos términos en google podemos encontrar desde un artículo académico en la página de la Universidad Complutense a algunas respuestas espontáneas a alguna cuestión planteada en Yahoo! Respuestas, apuntes en la página de buenastareas o un interesante artículo de la revista Investigación y Ciencia. Yo empezaría por este último. Es importante en buscar y seleccionar fuentes fiables de información. Además, si entráis en el buscador de esta revista podréis encontrar un monográfico sobre este tema, en el que podéis encontrar diversos enfoques, según distintas ciencias.
Si buscamos la entrada "límites de la ciencia", nos podemos encontrar hasta con la opinión de un teólogo, el papa Benedicto XVI, que nos puede servir de contraste entre el saber teológico y los saberes lógico-racionales como el filosófico y el científico.

Una vez abierto el campo de preguntas y enfoques posibles debemos intentar profundizar un poco en alguno de ellos, en alguna de las ideas que hemos ido encontrando. Podemos partir de una aparente paradoja como la que mencionamos arriba: "Cuando se cae un árbol en el bosque, ¿suena?" (extraer sus inconsecuencias o contradicciones); con las sugerencias que nos produce el análisis del documental sobre la posibilidad científica de otras dimensiones que vimos en clase; o con el comentario detenido de una imagen que nos hemos encontrado en nuestra búsqueda, como el grabado de Flammarion. En él, un científico parece mirar más allá de los límites del mundo conocido hacia un Universo de imágenes y figuras inconmensurables y extrañas.
El pie de la ilustración reza: Un misionero medieval cuenta que había encontrado el lugar en el que el Cielo y la Tierra se encuentran.
                                      

  Como ya os comenté, es conveniente no olvidar el enfoque filosófico de nuestra asignatura. Para ello voy a intentar daros algunas ideas que podéis incluir en vuestra disertación.
Es precisamente en la época de Descartes, en la Edad Moderna, cuando en la ciencia y en la filosofía se plantea con radicalidad la cuestión de los límites del conocimiento. Tras el impacto de la revolución científica (ver entrada en el blog) se produce una profunda crítica al paradigma científico anterior (aristotélico). Se busca un método (camino) nuevo que conduzca al investigador por "el camino seguro de la ciencia" (en palabras de Descartes), alejándolo del error, la confusión y el engaño. Como ya comentamos en otra entrada en este blog la sociedad europea de esta época vive un periodo muy agitado en el terreno político y religioso, una época de persecución de herejías y condenas por brujería, de temor a la presencia oculta del Maligno (por lo que competían reformistas y contrarreformistas católicos). Por ello, frente al dogmatismo y escepticismo que provoca toda esta confusión, también se buscaron vías criticas, cautelosas y no dogmáticas de conocer (y de vivir), un nuevo "método", la búsqueda de alguna "certeza" que escapara a la "duda metódica", al escrutinio de un examen riguroso (Descartes).
Aparecen así el método matemático-experimental del físico italiano Galileo Galilei (condenado por la Inquisición), el método inductivo del inglés Francis Bacon o  el método intuitivo-deductivo de Descartes.

Frente a la confusión entre materia y espíritu, a la presencia de "fuerzas vitales" o el enredo en debates teológicos sobre cuestiones situadas más allá de la experiencia humana, se propone limitar el campo de estudio a cuestiones que estén "al alcance del entendimiento humano", de nuestra experiencia. En ello coincidieron las dos grandes corrientes de pensamiento modernas: el racionalismo y el empirismo. Así, Descartes, en sus Reglas (Regla VII) afirmaba:
"(Debemos) saber cuáles son los conocimientos que puede alcanzar la razón humana (...) Nada más absurdo que el discutir audazmente sobre la influencia de los astros, sobre los secretos del porvenir y otras cosas análogas, como hacen muchas personas, y no haberse preocupado de indagar si la razón humana puede profundizar en tales materias".
El filósofo empirista John Locke, por su parte, afirmaba:
"Si logramos averiguar hasta qué punto puede llegar la mirada del entendimiento; hasta qué punto tiene facultades para alcanzar la certeza, y en qué casos sólo puede juzgar y adivinar, quizás aprendamos a conformarnos con lo que nos es asequible en nuestro presente estado" (Ensayo sobre el entendimiento humano, I, i, 4).
Este esfuerzo por secularizar la razón, esta cautela crítica y búsqueda de un método seguro para avanzar en el conocimiento continuará, como veremos más adelante, en autores como David Hume e I. Kant, ya en el periodo ilustrado. Con Kant se completaría ese "giro copernicano" en la teoría del conocimiento que, a partir de entonces, no giraría en torno a la adecuación al objeto, sino a la capacidad de conocer los límites y a prioris del conocimiento humano, del sujeto del conocimiento. La filosofía contemporánea, por su parte, situará los límites del conocimiento -entre otros enfoques- en los límites de nuestro lenguaje (Wittgenstein). Pero de esto hablaremos en un futuro. En la actualidad también está muy vivo el debate acerca de los límites éticos de la ciencia, especialmente en terrenos como la biología (bio-ética) y la investigación científica militar (energía nuclear).

Para completar este enfoque filosófico podríamos contrastarlo con el enfoque científico actual, para lo cual podéis sacar algunas ideas del documental de Redes sobre la existencia de realidades o universos paralelos, un debate que nos abre numerosas cuestiones filosóficas y científicas.



O con el artículo de M. Alfonseca que nos muestra cómo se han ido desplazando históricamente los límites de la ciencia. De ahí os recojo este párrafo:
   
A finales del siglo XIX, los científicos se convencieron de que la ciencia llegaría algún día a explicarlo todo. Lo que estaba ocurriendo en las diversas ramas de las ciencias exactas y de la naturaleza parecía confirmarlo:

  • En matemáticas, Gottlob Frege abordó la formalización completa de la aritmética, pensando que, a partir de unos pocos axiomas indudables, y aplicando unas reglas de deducción sencillas, sería posible demostrar todo lo demás. 
  • En física se extendió bastante la idea de que ya lo sabíamos todo. Sólo quedaban dos pequeños detalles que explicar: por qué la radiación del cuerpo negro no tenía la distribución predicha por la teoría, y por qué el experimento de Michelson-Morley parecía indicar que la velocidad de la luz en el vacío es constante, independientemente de la dirección en que se mida. Una vez resueltos esos dos problemas, podríamos dar por cerrada esa rama de la ciencia. 
  • En química, a medida que se iban llenando los huecos de la tabla periódica, cada vez quedaban menos elementos por descubrir. Pronto se llenarían todos, con lo que también esa rama de la ciencia podría darse por concluida.
 La primera en descubrir que esas previsiones estaban equivocadas fue la física. En la primera década del siglo XX, los dos fenómenos mencionados dieron lugar, no a un ligero ajuste, sino a dos reorganizaciones totales de las teorías físicas (la relatividad y la mecánica cuántica), que además parecen ser incompatibles entre sí. El fin de la física estaba muy lejos. Quizá en el infinito...
Las matemáticas fueron la segunda ciencia que descubrió sus límites. En 1902, Bertrand Russell echó abajo el trabajo de Frege al descubrir la paradoja que lleva su nombre. Y cuando Russell intentó subsanarla,  tropezó en 1931 con el teorema de Gödel , que esencialmente viene a decir que todo sistema formal consistente y con potencia semejante a la aritmética elemental no es completo (contiene proposiciones verdaderas que no se pueden demostrar). Con otras palabras, que hay teoremas que es imposible demostrar, aunque sean ciertos.
Finalmente, hacia los años cuarenta la química descubrió los elementos transuránidos, que añadían un número indefinido de casillas a la tabla periódica y abrieron una nueva búsqueda que parece no tener fin.
          Otra perspectiva que hemos visto en clase es la psicoanalítica.
Comentábamos la teoría del psicoanalista francés Jacques Lacan sobre lo real, lo imaginario y lo simbólico como registros de lo psíquico.  Según Lacan, estos tres registros posibilitan conjuntamente el funcionamiento psíquico, de modo que cualquier entidad, proceso o mecanismo de lo psíquico puede ser enfocado y analizado en sus aspectos imaginarios, reales y simbólicos. Lo real es aquello que no se puede expresar por el lenguaje, lo que no se puede decir, no se puede representar. Avanzada su obra, Lacan lo asimilará a la categoría de lo "imposible", lo imposible de ser dicho, lo imposible de nombrar. Lo Real está siempre presente pero continuamente mediado por lo imaginario y lo simbólico, que son las dimensiones a las que, en cambio, puede accederse.  Se trata de lo que no es imaginario ni se puede simbolizar. Lo real es todo aquello que tiene una presencia y existencia propias y es no-representable. Aunque las palabras se asemejen, no debe confundirse con el concepto de "realidad", puesto que ella más bien pertenece al orden del lenguaje, simbólicamente estructurado. Lo real aparece en la esfera de la sexualidad, de la muerte, del horror y del delirio. Lo real es lo que no podemos pensar, imaginar o representar, es decir, lo inconceptualizable, lo que no se puede poner en la palabra o en el lenguaje, constituyendo un indeterminado incontrolable.
«Esquema R» Los tres registros en la tópica lacaniana
 Lo imaginario está constituido en un proceso que requiere una cierta enajenación estructural. Es el reino de la identificación espacial que se realiza en el denominado estadio del espejo y es instrumental en el desarrollo de la agencia psíquica. Es en este proceso de formación que el sujeto puede identificar su imagen como un yo, diferenciado del otro y en relación con el objeto a. Lo que se designa como yo es formado a través de lo que es el otro —de la imagen en el espejo que le devuelve la dimensión del otro como semejante-. Lacan señala a lo imaginario como la "dimensión del engaño. Las imágenes visuales son de tanta importancia en este registro, que podemos tomar como modelo a las reflexividades e ilusiones ópticas, que nos entrampan, y provocan nuestra fascinación.
 Lo simbólico es el registro psíquico propio de lo humano, ya que se funda gracias al lenguaje y la instancia del Gran Otro, o bien, el Nombre del Padre. Debido a que no basta con poseer una noción de la propia imagen corporal (que como se ha visto procede de otro); el Sujeto propiamente dicho surge recién mediante la inscripción en el orden Simbólico (orden del lenguaje verbal y orden de la cultura) (ver la ley) momento en el cual el infante adquiere la habilidad de utilizar el lenguaje —es decir-, de materializar "su" deseo mediante el discurso y con un pensar basado en símbolos.

Por último, en la conclusión podéis recapitular las ideas centrales que habéis desarrollado, la hipótesis general defendida y las cuestiones que quedan abiertas, por profundizar.

Buen trabajo.


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