viernes, 27 de abril de 2012

Crítica y actualidad del análisis de K. Marx sobre el trabajo en el modo de producción capitalista

Comentamos un día en clase sobre la actualidad del trabajo (y el paro), y las rupturas y las herencias del análisis marxista respecto a la economía política clásica.
Explicábamos cómo el trabajo irrumpió en la esfera de lo económico con la Revolución industrial. El trabajo se empieza entonces a considerar como una categoría social, "liberado" de su anterior conexión con el parentesco o la religión. Con la hegemonía del capitalismo y la "liberación" del trabajo, éste se constituye como una necesidad y se intenta justificar su bondad. El liberalismo económico se convirtió en la ideología que justificaría este proceso de secularización del trabajo, convirtiéndolo en fuente de todo valor, algo que más tarde también asumiría Marx. A partir de ese momento, hablar de trabajo será hablar de trabajo asalariado. Se identifica trabajo con empleo remunerado. El trabajo se convierte en una mercancía, invisibilizando otros tipos de trabajo (como el doméstico, la reproducción o el cuidado). Se entiende como trabajo lo realizado en la esfera mercantil. El trabajo sale del domicilio y se especializa en espacios como la fábrica (diferenciándose así los espacios privado y profesional). Se diferencian también los tiempos de la actividad profesional y el ocio.
       La economía marxista, como la liberal, mantiene el carácter universal del trabajo como categoría económica y social. Pero el trabajo ha tenido una diferente valoración social a lo largo de la historia. De hecho, en la antigüedad fue una forma de exclusión, no un factor de integración social como en la actualidad. Los trabajadores estaban excluidos de la ciudadanía. El trabajo era una actividad natural de los "inferiores", sometidos a las necesidades que les impedían actividades "humanas" plenas como el pensamiento. Más tarde, con el final de la esclavitud se produce una rehabilitación parcial del trabajo.
Con la aparición del capitalismo, como afirmaba el sociólogo Max Weber, apareció la ética profesional como rasgo distintivo del trabajador o del propietario. La profesión se convierte un fin en sí mismo, algo a lo que se puede consagrar toda la vida. El puritanismo del que nació el moderno espíritu capitalista racionalizó la conducta del homo economicus sobre la base del deber profesional. La constitución de nuestra identidad se adquiere así, a partir de entonces, en relación con el trabajo, que pasa a ser el pivote de nuestra red de relaciones sociales.
Debemos resaltar, no obstante, que aunque Marx aceptaba algunos presupuestos básicos de la economía política liberal (como ya vimos en el post anterior), el filósofo de Tréveris también denunciaba la alienación y explotación inherentes al proceso de trabajo en el capitalismo. Marx señalaba que el poder del capital no se gestaba en el mercado, sino en las relaciones sociales de producción asimétricas, en el intercambio desigual entre trabajo, salario y plusvalor.

CUESTIONES:
- Busca algún ejemplo en épocas anteriores en el que el trabajo estuviera ligado al parentesco o la religión.
- Pon ejemplos de trabajos actuales que estén fuera de la esfera mercantil, pero con importancia social.
- ¿Podrías hacer, siguiendo el texto anterior, un breve resumen de la evolución histórica y social del trabajo?

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