jueves, 2 de febrero de 2023

La refracción y el "olvido cartesiano"


 En la interesante Historia de las ciencias (Michel Serres, ed., Cátedra), Michel Authier dedica una fuerte crítica al "olvido" cartesiano en su Dióptrica: "Lo que aparece con Descartes no es una revolución científica, sino más bien una revolución en el mundo de la exposición de resultados. Todos los descubrimientos anteriores están presentes, pero sus autores desaparecen. En este nuevo género, la historia se disuelve y la naturaleza se convierte en la única referencia, la experiencia se subordina a la razón y la erudición al buen sentido". Los fenómenos relativos a la luz son interpretados, deductivamente, en virtud de la ley de la refracción, derivada de la definición de la luz. Se produce, según Authier, una transformación radical de la práctica científica: "Al desligar los resultados de su génesis, Descartes inventa un nuevo tipo de sabio que, siendo ignorante de la historia de las ciencias, puede practicarla como un juego lógico cuyas piezas son productos de la naturaleza, cuya armonía dispone únicamente la razón. Este hombre nuevo, a menudo más ignorante y arrogante que sabio, esclavo de su práctica hasta el punto de que llevará su nombre, es el científico". Descartes, entonces, "traza ex nihilo el círculo mágico de la ciencia, de donde quedan definitivamente excluidos la historia y el mundo". Se trata de persuadirnos de la "omnipotencia" y "ahistoricidad" de la razón. 

Authier reconoce, no obstante, el interés de las concepciones cartesianas sobre la naturaleza de la luz. Intentando justificar "racionalmente" la refracción, Descartes quiso comprender su porqué. "El hecho de que fracasara no es, probablemente lo más importante, pues en su tentativa definió el campo de reflexión sobre el que trabajarían sus sucesores, partidarios o enemigos". Sus tres concepciones de la luz (como bastón, como fluido muy sutil y como esferas diminutas en constante movimiento) nos enseñaron a no sorprendernos de las pretendidas contradicciones de las apariencias, a no escandalizarnos hoy de que la luz pueda ser considerada bajo el doble aspecto, en apariencia contradictorio, de ondas o de partículas. 

En el Prefacio de Michel Serres al libro que comentamos, este pensador francés critica el hecho de que aprendamos la historia o la filosofía sin la de las ciencias, aisladas de su entorno científico; y a la inversa, que las diversas disciplinas científicas se estudian "arrancadas del humus de su  historia, como si hubieran caído del cielo". Por ello, defiende establecer una enseñanza generalizada de la historia de la ciencia, tanto en el nivel secundario como en el superior. Pero habría que evitar una historia sacra o sacralizada de la ciencia, en la que "los genios se conducen como profetas, las rupturas son revelaciones, las polémicas o debates excluyen a los herejes, los coloquios remedan los concilios, la ciencia poco a poco se encarna en el tiempo como antes sucedía con el espíritu". Se trata de rechazar "todo ese movimiento retrógrado de lo verdadero que proyecta en el pasado los conocimientos de hoy, de forma que la historia se convierte en una preparación irresistible y casi programada del saber del presente". Junto al debate sobre el origen de la ciencia (fluctuando entre las influencias semitas e indoeuropeas), se abre otra bifurcación sobre el significado de la palabra "ciencia": "Cuando en París, en Oxford y en otras ciudades de la Universidad medieval se enseñaba teología bajo este admirable  título, la aritmética, el álgebra, ignoradas por todos y despreciadas por los doctos, se practicaban en las calles y en las ferias bajo el nombre de algoritmo, para los balances, los intercambios y las mercaderías". ¿Dónde se encuentra? ¿Quién hace la ciencia?: "durante el clasicismo, aficionados ilustrados, ricos, que disponían de tiempo libre, juegan con los números, no lejos de los salones, como otros juegan a la ruleta. Un siglo más tarde, sabios profesores, en las universidades de Alemania, retoman la misma disciplina y la convierten en una teoría, profunda, casi metafísica... Los teoremas pasan del desafío por cartas al manual de clase o al tratado que hace referencia". Los sabios acabarán formando una clase o un género que, durante la Revolución francesa, según Serres, reemplazará a los clérigos y construirá una nueva Iglesia.

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