domingo, 9 de octubre de 2016

La caverna de Platón

 Buscando información sobre la filosofía pitagórica, la compañera Consuelo Marín nos llamó la atención sobre un capítulo del libro Vidas de Pitágoras en el que se explican algunas de las conexiones entre Platón y el filósofo de Crotona. En dicho capítulo, además, se resaltan las fuertes conexiones que todavía existían entre el saber filosófico y el mítico-religioso, y sobre el carácter sacro (y como lugar de revelaciones oraculares) que poseían las cavernas en la religiosidad griega, aunque en Platón la caverna adopte otro significado en relación con el conocimiento filosófico.
Representación del mito de la caverna platónico.

Desde el mundo prehelénico hay constancia del uso de cuevas para el culto religioso. Estos espacios sacros subterráneos estaban dedicados al culto de divinidades relacionadas con los dioses telúricos o ctónicos; eran portales del paso al más allá donde se concentraban los oráculos (transmisores de la revelación, de un saber que rebasaba los límites de lo humano) y los dioses mediadores.
La caverna se relacionaba con divinidades femeninas como Gea, la diosa tierra, de raíces prehelénicas. El descenso a la caverna era una bajada al mundo irracional, un momento determinante en la cultura religiosa de los griegos. En la experiencia iniciática de ese descenso se cruzaba la frontera entre los dos mundos, sacro y profano, y se producían revelaciones del mundo subterráneo.
Pero la caverna también estará presente en el saber filosófico que pugnaba con el mítico-religioso, aunque asimilaba algunos de sus mitologemas. Las revelaciones producidas en estos espacios sacro-subterráneos también parece que alcanzaron a algunos de los pensadores presocráticos, como Parménides, Empédocles o Pitágoras, que adquirieron en su época carácter de personajes míticos, de "filósofos chamanes" (como los denominaba el historiador de las religiones M. Eliade) o adivinos.
"La caverna quedará en la tradición occidental como un lugar básico para el despertar del conocimiento filosófico. En la sabiduría arcaica de los griegos abundan los descensos a cuevas para obtener algún tipo de revelación, ya sea divina o filosófica: adivinos, legisladores, poetas, médicos o filósofos han obtenido de alguna manera algún tipo de inspiración. Algunos de los ejemplos más conocidos son los de Minos, Epiménides y Parménides. Asimismo existen testimonios sobre Ferécides, Empédocles y, por supuesto, Pitágoras". (D. Hernández de la Fuente, Vidas de Pitágoras, Girona, Atalanta, 2011, 87-117).
Parménides comenzaba su famoso poema haciendo mención a la revelación de una diosa que oponía la vía de la verdad (aletheia) y lo inmutable a la vía de las opiniones de los mortales (doxai). También a Empédocles de Agrigento se le relacionó con este ambiente de curaciones, mediaciones con la divinidad y acciones milagrosas. El propio Pitágoras, por otra parte, probablemente tuvo más relación con la adivinación que con las matemáticas
Platón parece que se sirvió de la experiencia iniciática de la revelación o la sabiduría alcanzadas en el descenso a la caverna en un sentido opuesto. En Platón la sabiduría se alcanza en el proceso de salida de la caverna, no en su entrada y revelación, y además este tránsito es a través de un proceso de educación a cargo del Estado.
No obstante, la obra de Platón está plagada de referencias a temas de trasfondo mitíco-religioso, especialmente de origen pitagórico, como la transmigración de las almas, la inspiración profética y filosófica, la problemática de la acción del sabio sobre la sociedad y la búsqueda de modelos de excelencia política en la tradición mítica y religiosa.

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