viernes, 2 de enero de 2015

Discurso del Método, 3ª parte.

    Al final de la segunda parte del Discurso del Método, Descartes había anunciado que iba a tomar un tiempo para poder ejercitar su método en cuestiones que fueran más allá de las matemáticas, en las que había venido ejercitándose. Pero en la tercera parte, el filósofo francés señala que no podía, entre tanto, permanecer irresoluto en sus acciones, y debía adoptar una moral provisional, consistente también en unas pocas máximas (en las que aparece un claro trasfondo estoico):

- La primera era la de "seguir las leyes y las costumbres de mi país, conservando con firme constancia la religión en que la gracia de Dios hizo que me instruyera desde niño, rigiéndome en todo lo demás por las opiniones más moderadas y más apartadas de todo exceso, que fuesen comúnmente admitidas en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir". Reconoce, no obstante, que en otras culturas puede haber personas tan sensatas como entre la nuestra, pero "que lo más útil era acomodarse a aquellos con quienes tendría que vivir". Recomendaba, además, fijarse más en lo que los hombres hacen que en lo que dicen, pues nuestros actos y los motivos confesados de éstos no siempre son claros, especialmente dada "la corrupción de nuestras costumbres".
 - La segunda máxima era la de "ser en mis acciones lo más resuelto y firme que pudiera y seguir tan constante en las más dudosas opiniones, una vez determinado a ellas, como si fuesen segurísimas". Señala Descartes que las acciones de la vida no admiten muchas veces demora, y "si no está en nuestro poder discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables".
 - La tercera máxima consistiría en "vencerme a mí mismo antes que a la fortuna, y alterar mis deseos antes que el orden del mundo, y generalmente acostumbrarme a creer que nada hay que esté enteramente en nuestro poder sino nuestros propios pensamientos, de suerte que después de haber obrado lo mejor que hemos podido, en lo tocante a las cosas exteriores, todo lo que falla en el éxito es para nosotros absolutamente imposible".

    Concluye con la decisión de aplicar su vida a la que considera la mejor ocupación, el cultivo de la razón, y el conocimiento de la verdad (según el método que había prescrito). Estas máximas, junto a "las verdades de la fe", son excluidas de las opiniones aprendidas, de las que se desharía progresivamente tras el examen crítico de la razón.
    Transcurridos nueve años, y tras viajes y nuevas experiencias, Descartes se propuso comenzar a "buscar los cimientos de una filosofía más cierta que la vulgar". Para ello, anuncia su retiro a Holanda, en cuya tranquilidad política y social, buscó "vivir tan solitario y retirado como en el más lejano desierto".

Cuestiones:
- ¿Por qué se plantea Descartes la necesidad de adoptar una moral provisional?
¿Cómo formularías brevemente las tres máximas de la moral cartesiana?

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