jueves, 1 de enero de 2015

Discurso del Método, Primera Parte

Discurso del Método. (Pincha sobre el título para leerlo)

    Es famoso el comienzo del Discurso del Método: "El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo". El buen sentido o razón es igual en todos los hombres, pero las diferencias de opiniones que presentamos proceden del modo y hacia donde dirigimos nuestros pensamientos. Y Descartes señala algo que repetirá a lo largo de su Discurso, la necesidad de caminar con prudencia y por el camino correcto, sin apartarnos de él, algo que Descartes afirma que ha hecho desde joven, lo que le ha permitido formarse un "método" que se ha mostrado útil para aumentar gradualmente su conocimiento. 
    Pero Descartes confiesa que siempre procura inclinarse "del lado de la desconfianza mejor que del de la presunción", y por ello, se propone dar a conocer "los caminos" que ha seguido para recoger así los juicios y opiniones emitidas por otros, como embargaron tantas dudas y errores que sólo parecía descubrir cada vez más su ignorancia. Estimó los conocimientos de su escuela (las lenguas, la lectura, la elocuencia, la poesía, las matemáticas, la teología, la medicina...). Pero más tarde consideró que el saber sobre las costumbres de otros pueblos, para juzgar las del propio con mejor acierto, era tan útil como la lectura y la historia del pasado. Gustaba, sobre todo -confiesa Descartes- de las matemáticas, "por la certeza y evidencia que poseen sus razones; pero aún no advertía cuál era su verdadero uso".
    En lo que toca a "las malas doctrinas", concluye Descartes, "pensaba que ya conocía bastante bien su valor, para no dejarme burlar ni por las promesas de un alquimista, ni por las predicciones de un astrólogo, ni por los engaños de un mago, ni por los artificios o presunción de los que profesan saber más de lo que saben". 
    Descartes también critica a los hombres de letras que "encerrados en su despacho", hacen especulaciones "que no producen efecto alguno y que no tienen para él otras consecuencias, sino que acaso sean tanto mayor motivo para envanecerle cuanto más se aparten del sentido común". Descartes rechaza la especulación estéril y defiende reflexionar "sobre las cosas que se presentaban que pudiera sacar algún provecho de ellas", hallando "mucha más verdad en los razonamientos que cada uno hace acerca de los asuntos que le atañen". 
    Los viajes, además, le enseñaron a "no creer con demasiada firmeza en lo que sólo el ejemplo y la costumbre me habían persuadido", poniéndolo en la vía de, con la experiencia adquirida y el estudio de sí mismo, elegir el camino que había de seguir.

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