lunes, 9 de febrero de 2015

Kant y los españoles

El libro Antropología práctica (1785), recoge los apuntes de un curso de Kant que aproximadamente se correspondería con lo que hoy llamaríamos "Geografía Universal". Se sabe que Kant tuvo mucho éxito dando estos cursos porque combinaba cuestiones de ética (reivindicando los ideales ilustrados) con una geografía recreativa y anecdótica (marcada con algunas observaciones que en la actualidad calificaríamos como etnocéntricas o machistas). 
En el siguiente fragmento, Kant explica a sus alumnos cómo es España. Como podréis ver, hay por un lado una admiración de la nobleza de carácter -propia del contexto ilustrado- y una crítica, no exenta de menosprecio, al atraso cultural del país. Aislamiento, miseria, sangre caliente, hambre de siglos y menosprecio por el saber constituyen, según Kant, la esencia de España.  
En todo caso, el texto muestra que Kant no vivía en un ambiente aislado, sino que estaba informado de la situación cultural y política de su tiempo. Conviene no olvidar que en el siglo XVIII se consideraba que el "Grand Tour" (el viaje por otros países europeos, en los que en ocasiones se incluía España) constituía una parte básica de la educación de los jóvenes caballeros, especialmente en Inglaterra. Era costumbre que algunos de estos jóvenes viajeros -o sus secretarios- publicaran después sus diarios de viaje, algunos de los cuales, como el Viaje a Italia de Goethe, se convirtieron en obras clásicas. Kant había leído seguramente algunos de estos libros, que constituían la base de su conocimiento geográfico, porque -como es bien sabido- casi no se movió de su ciudad natal. (Fuente: Traducción de http://www.alcoberro.info/planes/kant10.htm)
Aunque un príncipe de la casa de Borbón llegó a ser rey de los españoles, no le fue posible modificar sus costumbres. Quizá sea responsable de ello su ancestral sangre morisca. Actualmente son los antípodas de los franceses y demuestran un firme apego por sus antiguas costumbres; al igual que los pueblos orientales viven aislados y sin prestar mucha atención a las ciencias. No les gusta viajar, ni tampoco aprenden francés. La palabra "grandezza"designa muy bien el porte que adopta cualquier campesino, sustentado en el alto concepto que tienen de sí mismos. Los comerciantes poseen un talante noble y exquisito, siendo sin duda los más honrados del mundo. Cuando estalló una de las guerras mantenidas por España e Inglaterra, se promulgó un edicto para que no se abonaran las facturas de los comerciantes ingleses; sin embargo, sí saldaron sus deudas, aun cuando arriesgaban su vida en ello. Su mesa está mal surtida. Comen tarde, poco y mal. Un viajero alemán y su séquito causaron sensación en este sentido, puesto que, como consumían tanto, los españoles armaban un gran revuelo para ver comer a los alemanes. En Zaragoza salieron a su encuentro para evitar que llegasen a la ciudad, temiendo no tener suficientes alimentos para ellos.
Esta nación cuenta con pocas diversiones. Sólo una danza, llamada fandango, parece estimular al pueblo, hasta el punto de que, cuando alguien la interpreta, todo el mundo la baila en las calles. Se trata de una nación algo cruel, tal y como muestran las corridas de toros y su auto de fe, donde son quemados los sambenitos, así como quienes tienen mitras de papel, en las que se ha pintado al diablo y algunas antorchas verticales; las teas invertidas sólo significan el destierro. Tienen cierta propensión hacia el romanticismo. En España las reformas son muy difíciles de llevar a cabo, dado su proverbial apego a las viejas usanzas; valga como ejemplo que, siendo voluntad del rey [Carlos III] suprimir el uso de la capa y de gran sombrero circular, para evitar que los malhechores pasaran inadvertidos entre tanto embozado, estalló una revuelta en contra suya.
                                           Kant, Antropología práctica, Tecnos, Madrid, 1990.

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