viernes, 10 de febrero de 2012

¿Sociedades sin Estado?

Hemos debatido en clase, desde que vimos la teoría platónica, sobre el origen del Estado, su necesidad, sobre el supuesto carácter "natural" de las divisiones sociales. Discutíamos sobre el carácter ahistórico y etnocéntrico que en ocasiones damos a estos conceptos políticos. Así lo hemos visto también en el texto de John Locke. Comentábamos que, frente a la concepción de Locke del estado de naturaleza como paso previo a la comunidad política (ante la necesidad de resolver la arbitrariedad del primero en la resolución de conflictos), el antropólogo francés Pierre Clastres (Investigaciones en antropología política, Gedisa, 1987) ha señalado la existencia de sociedades sin Estado, las sociedades primitivas, "cuyo cuerpo no posee un órgano de poder político separado" (sociedades en las que el poder no está separado de la sociedad).
Hemos visto que, desde la filosofía griega, lo político es analizado como el ejercicio del poder, por uno o algunos, sobre el resto de la sociedad: "La sociedad no parece pensable sin su división entre los que mandan y los que obedecen, y allí donde falta el ejercicio del poder nos encontramos en lo infra-social, en la no-sociedad" (en el caso de Locke, con el "estado de naturaleza"). Así juzgaron los primeros europeos a los indios de América del sur, en los comienzos del siglo XVI. "Al comprobar que los jefes no poseía ningún poder sobre las tribus, que nadie mandaba y nadie obedecía, declararon que esas gentes no eran civilizadas, que no se trataba de verdaderas sociedades: Salvajes sin fe, sin ley, sin rey".
A los propios antropólogos ha llamado la atención la particularidad de que en las sociedades primitivas "aquellos que llamamos líderes están desprovistos de todo poder"; el jefe no posee más que un deber: "ser portavoz, comunicar a los Otros el deseo y la voluntad de la sociedad". "El jefe en la tribu está bajo vigilancia: la sociedad vela para no dejar que el gusto por el prestigio se torne deseo de poder. Si el deseo de poder se hace demasiado evidente el procedimiento llevado a cabo es simple: se lo abandona, a veces, incluso se lo mata".
Y no debemos mirar a estas sociedades primitivas como embriones infra-políticos o fases atrasadas en la evolución histórica de las sociedades, sino que son sociedades completas, adultas, que "carecen de Estado porque se niegan a ello, porque rechazan la división del cuerpo social en dominadores y dominados". Estas sociedades rechazan un poder separado de la sociedad, intentan conjurar la aparición en su seno de la desigualdad.
Por todo lo anterior, como señala Clastres, "el ejemplo de las sociedades primitivas nos enseña que la división no es inherente al ser social; en otros términos, que el Estado no es eterno, que tiene en todas partes una fecha de nacimiento... Y quizá la solución del misterio sobre el momento del nacimiento del Estado permita esclarecer también las condiciones de posibilidad (realizables o no) de su muerte".

No hay comentarios:

Publicar un comentario