martes, 12 de enero de 2016

Discurso del Método, 6ª Parte

        En esta última parte de su Discurso, Descartes señala que tres antes de la publicación del Discurso del Método tuvo noticias de que "ciertas personas de mi estimación" habían desaprobado "una opinión de física" (la teoría copernicana) censurada por considerarse perjudicial para la religión y el Estado. A partir de aquí, Descartes renuncia a publicar sus reflexiones sobre esa materia, a pesar de la novedad y utilidad de algunas de sus nociones generales de física, que podían contribuir a "convertirnos en dueños y señores de la naturaleza" (concediendo especial importancia al desarrollo de la ciencia médica). Pero para evitar perder tiempo en polémicas evita la publicación de los fundamentos de su física, pues pese a estar convencido de su certeza, intenta evitar las oposiciones que se la harían, aunque esté convencido de que éstas son estériles. Especialmente crítico es con los aristotélicos, que "son como la hiedra, que no tiende a subir más alto que los árboles que la sostienen", pues intentan "encontrar la solución de muchas dificultades de las que no dice nada y en las que quizá no pensó jamás", enredándose en disquisiciones y distinciones que les permiten hablar "de todas las cosas tan atrevidamente como si las supiesen", en lo cual -señala Descartes- "me parecen semejantes a un ciego que, para batirse sin desventaja contra uno dotado de vista, le hiciese llegar hasta el fondo de una cueva muy oscura".
    Pese a renunciar a publicar los fundamentos de su física, Descartes decide "escoger algunas materias que, sin estar muy sujetas a controversia, ni obligarme a declarar acerca de mis principios más de lo que deseo, no dejasen de hacer ver bastante claramente lo que puedo o lo que no puedo en las ciencias". Por ello somete a examen sus teorías sobre Geometría, Dióptrica y Meteoros, comprometiéndose -a través de su librero- a responder a todas las objeciones que envíen sus lectores.
        Además, advierte que "escribo en francés, que es la lengua de mi país, y no en la latín, que es la de mis preceptores, porque espero que los que se sirven pura y simplemente de su razón natural juzgarán mejor de mis opiniones que los que sólo creen en los libros antiguos; y en cuanto a los que unen el buen sentido con el estudio, únicos a quienes deseo como jueces, estoy seguro de que no tendrán tanta parcialidad por el latín que se nieguen a escuchar mis razones porque las exprese en lengua vulgar". 
    Y concluye señalando el sentido práctico de sus investigaciones, comprometiéndose en el futuro a "tratar de adquirir un conocimiento tal de la naturaleza que puedan sacarse de él reglas para la medicina más seguras que las que hasta ahora se han usado".

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