"El nietzscheanismo se hizo tan popular que ya en los años noventa empezaron a publicarse parodias, sátiras y escritos difamadores sobre él". Pero la filosofía nietzscheana de la "voluntad de poder" no tuvo sus primeras repercusiones en la política sino en una visión estética: "Las más importantes corrientes artísticas de principios de siglo, el simbolismo, el modernismo, el expresionismo, se inspiraron en Nietzsche... También algunos compositores percibieron que con Nietzsche irrumpía una mística. Richard Strauss concibió en 1896 su poema sinfónico Así habló Zaratustra, y Gustav Mahler pretendía originariamente dar a su tercera sinfonía el nombre de La Gaya Ciencia".
A comienzos de la Primera Guerra Mundial, Nietzsche era tan popular que Así habló Zaratustra apareció en una edición especial de 150.000 ejemplares para los soldados del frente, junto con Fausto, de Goethe y el Nuevo Testamento.
La recepción de la obra de Nietzsche fue contradictoria: si por un lado fue utilizado por el círculo de la revolución conservadora, que imaginaban en la guerra un éxtasis nihilista; escritores como Herman Hesse denunciaban esa actitud de vasallaje con uniforme de guerrero.
El reconocimiento oficial de Nietzsche por parte del régimen nazi hizo sospechosa su obra tras la II Guerra Mundial. El filósofo alemán M. Heidegger colaboró a hacer aceptable la obra de Nietzsche (y de paso su propia obra, especialmente su discurso como rector en el periodo nazi), aunque reconociendo que Nietzsche era en parte utilizable por la ideología dominante. Más tarde, en los años 60, filósofos franceses como Bataille, Deleuze o Foucault harían una relectura de la obra nietzscheana incorporándolo definitivamente al canon académico.
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