martes, 29 de marzo de 2016

Actualidad de Nietzsche

En la biografía que R. Safranski (Nietzsche, Barcelona, Tusquets, 2009) publicó sobre Nietzsche, aquél señala que "se debe a Nietzsche, de manera no exclusiva, pero sí principal, el hecho de que la palabra vida recibiera entonces un nuevo tono, un tono misterioso y seductor". A pesar de que la filosofía académica reaccionó al principio con sequedad, en la vida intelectual europea entre 1890 y 1914 adquirió un fuerte protagonismo la corriente vitalista, impulsada por la recepción de Nietzsche.  El término "vida" se convirtió así en un concepto central (lo mismo que antes los términos "ser", "naturaleza" o "Dios"), que se dirigía contra dos frentes: contra el idealismo académico neokantiano y las convenciones morales de la burguesía, y contra el materialismo y positivismo de finales del XIX. El vitalismo se entendía no como una filosofía sobre la vida, sino como una filosofía que quiere ser un órgano de esta vida, que quiere incrementarla, abrirla a nuevas formas y configuraciones.
"El nietzscheanismo se hizo tan popular que ya en los años noventa empezaron a publicarse parodias, sátiras y escritos difamadores sobre él". Pero la filosofía nietzscheana de la "voluntad de poder" no tuvo sus primeras repercusiones en la política sino en una visión estética: "Las más importantes corrientes artísticas de principios de siglo, el simbolismo, el modernismo, el expresionismo, se inspiraron en Nietzsche... También algunos compositores percibieron que con Nietzsche irrumpía una mística. Richard Strauss concibió en 1896 su poema sinfónico Así habló Zaratustra, y Gustav Mahler pretendía originariamente dar a su tercera sinfonía el nombre de La Gaya Ciencia".
A comienzos de la Primera Guerra Mundial, Nietzsche era tan popular que Así habló Zaratustra apareció en una edición especial de 150.000 ejemplares para los soldados del frente, junto con Fausto, de Goethe y el Nuevo Testamento.
La recepción de la obra de Nietzsche fue contradictoria: si por un lado fue utilizado por el círculo de la revolución conservadora, que imaginaban en la guerra un éxtasis nihilista; escritores como Herman Hesse denunciaban esa actitud de vasallaje con uniforme de guerrero.
El reconocimiento oficial de Nietzsche por parte del régimen nazi hizo sospechosa su obra tras la II Guerra Mundial. El filósofo alemán M. Heidegger colaboró a hacer aceptable la obra de Nietzsche (y de paso su propia obra, especialmente su discurso como rector en el periodo nazi), aunque reconociendo que Nietzsche era en parte utilizable por la ideología dominante. Más tarde, en los años 60, filósofos franceses como Bataille, Deleuze o Foucault harían una relectura de la obra nietzscheana incorporándolo definitivamente al canon académico.

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