viernes, 16 de abril de 2021

J. G. Hamann y la crítica a la Ilustración kantiana.

   Johan Georg Hamann (1730-1788) fue un pensador contemporáneo de Kant y crítico con algunas de las propuestas ilustradas de éste. La relación de Hamann con el núcleo ilustrado alemán siempre fue peculiar. Sabemos que, aunque le tuviera aprecio, era un “amigo incómodo” para Kant.

    Como señala Cinta Canterla, para Hamann, "separar en él lo público de lo privado, al ciudadano del ser humano, la naturaleza de la historia, la corporeidad de la espiritualidad, le parece una inversión de los valores naturales que ha de llevar forzosamente a tratar a los hombres como si fuesen máquinas. La ciencia ilustrada resulta, desde esta perspectiva, una estrategia higienista que determina la posición del hombre (demarcando lo sano de lo insano) en lo moral, lo político y lo personal, mientras que el Estado se convierte en una abstracción más, producto de un pretendido acto intelectual de asentimiento, cuando en su opinión era una forma de asociación humana que surgía de necesidades naturales que, por sí mismas, no podían explicarse".

  En una carta a Christian Jacob Krauss de fecha 18 de diciembre de 1784 Hamann mostraba su desengaño con respecto al escrito de Kant ¿Qué es la Ilustración?. Como explica Canterla:

"El núcleo principal de su crítica va orientado a la incoherencia que suponen las restricciones que establece este último filósofo al ideal moral según el cual es un valor esencial el pensar por si mismo. Pues, de un lado, Kant limita esta libertad de pensamiento a su aspecto público (esto es, a una libertad intelectual académica), justificando sin el mayor sonrojo que en la esfera privada, como ciudadanos –especialmente los funcionarios–, deba obedecerse al monarca sin más consideración; pero además, Kant considera natural el mantener al bello sexo, esto es, a la mitad de la población que constituyen las mujeres, excluido de este privilegio, «...una burla –dice Hamann– que mis tres hijas no van a consentir». Hamann denuncia entonces cómo los liberales supeditan la libertad al orden y la eficacia, convirtiéndose en realidad en justificadores investidos de autoridad epistémica del despotismo del Estado Moderno y sus funcionarios. Los intelectuales ilustrados realizan, en su opinión, el odioso papel de voceros de ciertos cambios para contribuir después –con su prestigio intelectual– a que todo quede igual, argumentando a favor del orden establecido y en contra de las libertades. Así, una de las críticas esenciales de Hamann a la Ilustración es que no se atreva a llevar a sus últimas consecuencias sus principios, de forma que los liberales –salvo algunas excepciones– acaben tolerando en sus teorías formas de opresión que ya existían, pero a las que ellos añadirán ahora el peso de sus justificaciones racionales. Nada más odioso a los ojos de este filósofo alemán. (...) Los motivos de los ilustrados para excluir a las mujeres de la ciudadanía, curiosamente, van orientados en esa misma dirección que Hamann denuncia: el desorden que supondría tanto la incorporación plena de la mujer a la vida pública, con la correspondiente distorsión en la estructura familiar tradicional, como los peligros que la sensualidad de seres más ligados al cuerpo y a la naturaleza conllevarían para el orden social y las buenas costumbres".

  Cinta Canterla, La metacrítica de la razón ilustrada en Hamman, Δαιμων. Revista de Filosofía, suplemento 2, 2008, 337-345.

     La falsa libertad que trae el “uso público” es expresada por Hamann metafóricamente con la audaz frase “¿Para qué me sirve el traje de fiesta de la libertad, si en casa tengo que llevar el delantal de la esclavitud?”.

    Kant defendía la necesidad de la acción humana en clave intencional –representado en la máxima ¡Sapere aude!- y una armonía social o Estado que asegure la libertad y fomente la Ilustración. Pero el proyecto kantiano incorpora una “cláusula abusiva” solo a través de la cual sería posible conseguir la Ilustración: “uso público” y “uso privado” de la razón. Además, para Hamann la culpabilidad recae en el tutor (que percibe en los filósofos ilustrados) y no en el “menor de edad”. El tutor ha de ser comprendido implícitamente como el correlato de los menores de edad:  “¿Con qué conciencia puede reprochar un charlatán o especulador, apoltronado detrás de la estufa y con el gorro de dormir hasta los ojos, la cobardía del menor de edad, si su ciego tutor tiene como fiador de su infalibilidad y ortodoxia un ejército incontable y bien disciplinado?”.

 
Para saber más:
Hernández Pérez, A, "Johann Georg Hamann: un foco de resistencia en épocas de absolutismo
de la razón ilustrada", Logos An. Sem. Met., 51, 2018: 219-237
Mario Vargas LLosa, "El Mago del Norte", en https://elpais.com/elpais/2014/05/16/opinion/1400248019_429224.html
N. Smilg Vidal, "Ilustración y lenguaje en el pensamiento de J. G. Hamann",  Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XVI (2011), pp. 365-383

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