sábado, 16 de enero de 2021

Descartes: la razón moderna frente a la razón carnavalesca. Los determinantes culturales del modelo matemático.

 

    El sociólogo y matemático Emmanuel Lizcano denuncia en su artículo "La ciencia, ese mito moderno" (1993), respecto al método cartesiano, "el destrozo universal a que nos ha conducido esa otra metáfora del conocer como analizar (dividir, destrozar) que dio en sustituir a la que postulaba el conocimiento como alquimia entre el conocedor y su objeto, tenido también como sujeto". De esta forma, la razón moderna se opondrá a la "sociedad salvaje" y a la "razón burlesca":

"Claridad, distinción, separación..., que niega la estética grotesca: la razón burlesca, la lógica carnavalesca del mundo al revés. Y negándolas (su práctica social, su racionalidad específica) desborda -que no precede- los principios mismos de la razón moderna: razón separada (sujeto/objeto), razón que separa (desgaja y encierra). El gay saber grotesco incorpora en su objeto al sujeto, burla -que es una forma de conocer- a los burladores. Su lógica es la del des-propósito, las excepciones generalizadas, el ayuntamiento de lo contradictorio -esa magnífica imagen de la muerte encinta-, el tertio incluso, la no identidad de unas cosas que no acaban nunca de coincidir consigo mismas, siempre excediéndo-se, transformándo-se, multiplicándo-se... Una lógica que, en lugar de los lugares comunes, los topoi aristotélicos- o de las evidencias claras y distintas cartesianas, no menos enraizadas en los pre-juicios dominantes, arranca de una carnavalización lúdica del lenguaje y sus pre-supuestos". Lizcano (1983: 147)

     Asimismo, el modelo matemático que Descartes propone para su método, su formalismo, no puede ocultar el enmascaramiento de sus presupuestos y elaboraciones lingüísticas, su artificio. Igual que las Formas puras de Platón, el conocimiento lógico y matemático aparece frecuentemente situado en un mundo ideal, lejos de cualquier determinación social. Pero, como señala Lizcano ("Sociología del conocimiento formal"), ya Nietzsche "incitaba a pensar el lenguaje de la ciencia, el lenguaje matemático, como mitología congelada, como residuos acantonados y desecados de metáforas que, en su origen, estaban vivas". Se trataría de metáforas que, con el tiempo, se han olvidado de que son tales.     También el sociólogo francés Durkheim planteaba, en "Las formas elementales de la vida religiosa", las raíces antropológicas del pensamiento formal. Las principales categorías lógicas y matemáticas (tiempo, espacio, cantidad, causa...) se analizan como formas decantadas del pensamiento religioso. Por ello, afirma Lizcano, es necesario "buscar en contextos simbólicos concretos y territorializados las raíces de cada modo de formalizar"; es necesario "investigar lo que los símbolos matemáticos tienen de símbolos (en sentido pleno)". Así, por ejemplo, en la Grecia clásica, el criterio de determinación, de límite, es el que orientaba el pensamiento matemático. "Y desde ahí es imposible pensar en construir objetos como el cero o los números negativos. Entiende lo vacío como no-ser y como imposibilidad, lo impensable".

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