En su libro ¿Por qué no Platón? (Tecnos, 2015), Paul
Feyerabend defiende la necesidad de liberar a la filosofía "del
atrincheramiento de la pura palabra, en la erudición", en la idea de que
tiene que haber algo así como una adecuación entre el discurso y el
mundo.
"Las objeciones de Platón contra el escribir (Fedón, 275), su uso del diálogo como medio de llevar al terreno del lenguaje un material distante, sus frecuentes cambios de estilo (Filebo, 23b), su resistencia a desarrollar un lenguaje perfectamente delimitado y estandarizado, una jerga (Teeteto, 184c) y, sobre todo, su empleo de motivos mitológicos allí donde cualquier filósofo moderno hubiera esperado la culminación de una argumentación brillante, todas estas características muestran que Platón era consciente de los límites de una manera de pensar que partiera de puros conceptos.
(...)No se prosiguió el intento de Platón de crear una forma de arte que se pudiera establecer para hablar sobre la razón humana y a la vez mostrar sus contradicciones en el "mundo de la experiencia", su lenguaje rico en matices y nada pedante quedó sustituido por un lenguaje especializado y una serie de argumentos estandarizados: el ensayo científico sustituyó al diálogo y el desarrollo de las ideas se convirtió en el único objeto".
En su crítica a la idea de la verdad como "algo que puede determinarse de una vez por todas e independientemente de cualquier situación", Feyerabend vuelve a poner como ejemplo a los diálogos de Platón:
"En ellos se habla con frecuencia del conocimiento y de su importancia. Y esto normalmente suele ser el comienzo, no el final, de la discusión: "Nosotros queremos conocer, ¿no es verdad?", "claro, naturalmente"; así se empieza, y se continúa intentando encontrar qué es eso del conocimiento. Es decir, primero se asiente a algo que no se conoce y se transfiere ese asentimiento a todos aquellos trucos finos, a los desplazamientos verbales y cambios de sentido con cuya ayuda Platón consigue acorralar a su interlocutor en una posición determinada. ¿Y cuál es su recurso? El asentimiento entusiasta a una cosa que nadie conoce".
No siempre podemos confiar en Platón, tenía
naturalmente sus propios intereses, pero "hay que reconocer, no sin
asombro, que suele exponer las ideas de sus adversarios de tal modo que
ponen grandes trabas a su propio trabajo" (como en el Protágoras, a quien Platón dedica un diálogo entero).
Tampoco comparte Feyerabend la propuesta filosófica del gobierno de los reyes filósofos, sino que defiende la necesidad de que los profanos (bien informados y en debate) tomen parte en la solución de los problemas, no dejar totalmente en manos de los expertos la toma de decisiones colectivas. Se pedirá consejo a los expertos, pero la última palabra la tendrían asambleas democráticamente constituidas:
"La democracia es una asamblea de hombres maduros y no un rebaño de ovejas que tienen que ser guiadas por un pequeño grupo de sabelotodos. La madurez no se encuentra, desde luego, en medio de la calle, sino que se tiene que alcanzar. No se aprende en las escuelas, por lo menos en las que estén organizadas como es usual actualmente, donde al estudiante se le confronta con copias áridas y ya caducas de decisiones que se tomaron en el pasado, sino que se aprende mediante la participación activa en decisiones que todavía están pendientes de resolución".
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