Moreno Pestaña ("Pensar: la palabra libre con M. Foucault") señala que las asambleas atenienses "con sus procedimientos de democracia directa, despiertan muchas reservas en la teoría política y en la ideología, tanto en la derecha como en la izquierda". En cierto modo la democracia ateniense ha sido vista como un modelo de caos e inestabilidad. Cuando se ha recuperado, en el siglo XX, esta tradición griega (conocemos la democracia ateniense, pero había muchas democracias griegas) ha sido para intentar defender los sistemas electorales modernos (pese a que tienen más diferencias que parecidos).
Algunos consideran a las asambleas atenienses culpables de apoyarse en el esclavismo. Además, algunas autoras, como H. Arendt (2009:223) sostenían que "las decisiones mayoritarias no aseguran la libertad y que sin leyes que lo prohíban pueden ser el instrumento de violencia contra las minorías. Las técnicas electorales mayoritarias tienen que ser encauzadas por edificios constitucionales que no pueden depender de la tumultuosa opinión mayoritaria, sino del control de unas leyes".
Pero las reformas democráticas griegas promovieron la igualación de clase entre los ciudadanos: abole la esclavitud por deudas, generaliza el poder de apelar a los tribunales, el pago a los cargos públicos, se amplía la práctica del sorteo (que permite a cualquier ateniense gobernar y ser gobernado)... La existencia del sorteo, por ejemplo, permite evitar la existencia de profesionales de la exhibición y la palabra, de aquellos que manipulan los debates, las conclusiones y la representación. La rotación de cargos, por otro lado, evita los peligros del liderazgo político, favorece el aprendizaje compartido y modera los conflictos en las asambleas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario