En la Escuela de Londres de Estudios Orientales y Africanos, los estudiantes lanzaron una campaña para desafiar a los grandes
filósofos occidentales, para "descolonizar nuestras mentes" mediante la transformación del plan de estudios.
En un artículo publicado en el diario The guardian (19 de febrero de 2017) y escrito por Kenan Malik, se destacan "las grandes tradiciones intelectuales no europeas, miles de escuelas filosóficas de China, India, África y el mundo musulmán, muchas de las cuales han moldeado la filosofía europea".
En este sentido, “se ha vuelto familiar pensar en la Ilustración como algo especial”, sugiere Hawthorne, “porque es una narrativa constitutiva de cómo Occidente se entiende a sí mismo”. La Ilustración, en su opinión, proporciona un mito, una historia de creación, que el occidente se dice sobre sí mismo, sobre lo que lo hace más civilizado y el resto del mundo más bárbaro.
Sin embargo, advierte Malik, "durante gran parte de los dos últimos siglos, la Ilustración fue vista como un elemento central de los valores de la izquierda y de aquellos que desafían al imperialismo y la injusticia occidentales. Como lo expresó el historiador marxista Eric Hobsbawm: “Todas las ideologías progresistas, racionalistas y humanistas están implícitas en ella y de hecho salen de ella”.
Más recientemente, sin embargo, desde la izquierda se debate sobre si la Ilustración, "lejos de ser un recurso para aquellos que desafían al colonialismo, es en sí misma un proyecto colonial". Conviene recordar que pensadores como John Locke, defensor del liberalismo político, era accionista de una compañía de esclavos. O que Immanuel Kant, considerado a menudo como el más grande de los filósofos de la ilustración, sostenía la idea de una jerarquía racial, insistiendo que “la humanidad está en su mayor perfección en la raza de los blancos” y que “el africano y el hindú parecen ser incapaces de madurez moral“. En Europa se defendía la libertad y la tolerancia mientras las empresas coloniales y el comercio de esclavos se estaban expandiendo. Esos mismos argumentos eran invocados para justificar "la llamada misión civilizadora de Europa y reivindicar la superioridad europea “
El historiador británico Jonathan Israel defiende la existencia de dos Ilustraciones. La corriente principal de la Ilustración de Locke, Voltaire, Kant y Hume es la que conocemos, y de la cual la mayoría de los historiadores han escrito. Pero fue la Ilustración Radical, formada por figuras menos conocidas como D’Holbach, Diderot, Condorcet y, en particular, el filósofo holandés Baruch Spinoza, la que proporcionó el corazón y el alma de la Ilustración. Las dos Ilustraciones, sugiere Israel, se dividieron sobre la cuestión de si la razón reinaba en los asuntos humanos, como insistieron los radicales, o si la razón tenía que estar limitada por la fe y la tradición, la visión de la corriente principal. La timidez intelectual de la corriente principal limitó su crítica de viejas formas y creencias sociales. En contraste, la Ilustración Radical “rechazó todo compromiso con el pasado y trató de barrer completamente las estructuras existentes”.
Israel simpatiza con la exigencia de que los currículos universitarios se diversifiquen. “Hay un fuerte argumento para estudiar las tradiciones no europeas como parte esencial de cualquier curso de enseñanza de la filosofía”. Pero, señala, esa visión global comenzó en la Ilustración Radical misma. “Muchos ilustradores radicales creían que su naturalismo anticristiano tenía raíces poderosas en la filosofía islámica medieval. También tenían fuertes afinidades con el confucianismo chino. Estaban libres del eurocentrismo que marcó la corriente principal de la Ilustración de Voltaire, Montesquieu, Hume y Smith “.
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