Según el historiador Josep Fontana (Europa ante el espejo, 2000), en la Edad Moderna los europeos construyeron su imagen frente a la supuesta naturaleza inferior de los no europeos, en un espejo con doble cara: "En una de ellas se ven las diferencias de raza y muestra el rostro del salvaje; en la otra, fundamentada en una visión eurocéntrica de la historia, se ve el del primitivo. Del primero ha surgido el genocidio y la trata de esclavos; del segundo, el imperialismo".
"La esclavitud -señala Fontana- era un hecho milenario al que todas las civilizaciones estaban habituadas, pero nada de lo que anteriormente había conocido la humanidad podía compararse a las enormes proporciones que tomó ahora la trata negrera: entre 1600 y 1800 cruzaron el Atlántico ocho millones de esclavos procedentes del África negra". Y fueron algunos de los filósofos ilustrados franceses del siglo XVIII, como Voltaire o Montesquieu, los que sostuvieron argumentos a favor de esta esclavitud, en auge en su época. El menosprecio a las culturas colonizadas por los europeos se basaba en el desconocimiento que éstos tenías de aquellas: "Pese a la multiplicación de los relatos de viajes y de las descripciones de tierras y pueblos exóticos, la ignorancia del común de los europeos de la época de la Ilustración respecto de la diversidad de los humanos resultaba extraordinaria".
También los naturalistas europeos del siglo XVIII legitimaron la inferioridad "natural" de los salvajes, aplicando a la especie humana una óptica similar a la que empleaban para clasificar a los animales. Así, Linneo señaló cuatro grandes grupos humanos, uno por cada continente, y los caracterizó de manera elemental: los europeos se regían por leyes; los americanos, por costumbres; los asiáticos, por la opinión, y los africanos actuaban arbitrariamente. Como explica Fontana, "los primeros teóricos del racismo parten de la tradición ilustrada de Montesquieu, Buffon o Voltaire, y recibirán un considerable apoyo de la medicina, que les proporcionará diversos métodos (el índice cefálico de Retzius, que distinguía entre razas dolicocéfalas y braquicéfalas, etc.) para objetivar la pretensión de que las diversas razas tienen un origen y naturaleza distintos...".
"En el siglo XVIII se cuestionaban si las razas humanas eran especies separadas o solo variedades de una misma especie, por qué unos grupos eran "civilizados" y otros permanecían "salvajes". Sus afirmaciones estaban cargadas de mitos y relacionadas a la religión Dos científicos relevantes fueron Carolus Linnaeus y Johann Friedrich Blumenbach. Línnaeus fue quien clasificó a los seres humanos dentro del orden de primates y separó los humanos en cuatro variedades; según la geografía, el color, el humor, la postura y las costumbres. Blumenbach categorizó los humanos en cinco razas: caucásicos, mongoles etíopes, americanos y malayos. El nombre caucásico, lo tomó de las montañas entre Rusia y Georgia, y expresó que ahí era donde se producían las formas más bellas de humanos, que era el lugar donde surgieron las formas originales de seres humanos. Esto provocó que se pasara del modelo cartográfico de Linnaeus a uno de categorías estéticas consideradas inferiores o superiores (Mielke, Konigsberg y Relethford, 2010).
Las clasificaciones del siglo XVIII y XIX no solo fueron tipológicas sino etnocéntricas, los estudios se basaban en la morfología del cráneo, antropometría, forma del cuerpo y uso del concepto raza pura en la literatura antropológica se hizo común; estaban enfocadas en el ideal europeo,ya que, ligaban los valores, la moral y el temperamento a las características físicas. La estructura jerárquica de las clasificaciones implicaron inequidad, brindando una legitimación científica de un panorama racial que tuvo consecuencias políticas, sociales y económicas; y por lo tanto, las ideas de "civilizado" y "salvaje" ganaron soporte científico (Mielke, Konigsberg y Relethford, 2010)".
Fuente: http://racismoviolenciaculturalestructural.blogspot.com/2017/03/origen-de-las-clasificaciones-raciales.html
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