Según B. Farrington (Ciencia y filosofía en la Antigüedad, Ariel, Barcelona, 1984, pp. 93- 115), "la ambición de Platón no fue interpretar la naturaleza con la ayuda de las matemáticas, sino sustituir la física por las matemáticas. Así, recomienda desechar la astronomía como una ciencia de la observación y sustituirla por la astronomía teórica como una rama de las matemáticas puras". Platón continuaría así la rebelión socrática contra la ciencia física de los presocráticos. En el diálogo Fedón, por ejemplo, Platón recomienda "estar liberado del cuerpo y contemplar las realidades verdaderas solamente con los ojos del alma".
Más tarde, en diálogos como el Teeteto, aunque admitiría el papel de los órganos sensoriales como instrumental de conocimiento, mantendría que la sensación no era en sí misma conocimiento. Por último, en el diálogo de vejez Las Leyes,
Platón no sólo criticaría los errores de la tradición física jonia,
sino que propondría perseguirla como herejía según las disposiciones de
una nueva legislación religiosa.

En el Timeo, el único diálogo que Platón dedicó exclusivamente a la física, Platón señalaba, en la constitución del mundo sensible, la participación de una inteligencia o Demiurgo, que proyectaría de forma ordenada las Ideas eternas e inengendradas sobre la materia. El demiurgo comenzó por construir un cuerpo, un ser vivo
que contenga en su interior todos los componentes: fuego, tierra, agua y aire, no dejando nada fuera de ese ser de forma perfecta y por lo tanto esférica.
Nada quedó fuera de él y todo quedó contenido en su interior. El
demiurgo luego alisó la superficie externa del universo haciéndola suave
y lisa. Colocó luego el alma en el centro y la extendió sobre toda la
superficie y cubrió ese cuerpo con ella. Finalmente lo puso en movimiento circular creando con ello el tiempo, regido por los días y las noches, los meses, los años. Entonces fueron creados en su interior los seres vivos y los dioses.
Explica luego el Timeo la naturaleza de los cuatro elementos de Empédocles, sus cualidades y sus transformaciones cíclicas. Asimilándolas a figuras sólidas compuestas de triángulos. Teorizando acerca de la conformación última de cada
elemento, compuesta de triángulos que combinando sus aristas y ángulos
dan nacimiento a cuatro formas elementales. Al
fuego le corresponde un tetraedro; a la tierra, el cubo; el octaedro
equivale al aire; y el icosaedro al agua. Probablemente Platón quisiera
asimilar el dodecaedro a la esfera, y hacer coincidir ésta con la
totalidad del cosmos. Estos
triángulos son las partícula últimas que ensamblándose y volviendo a
recombinarse producen disoluciones, licuaciones, solidificaciones,
flujo, etc., de los cuerpos elementales, mutando de unas formas a otras.
![[elementos.jpg]](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSNZ4YMMj_hou-QhTML5IVGaSe5w0g1nkRt8XWJARmrjoNfls0gbGbFjGNC6aFmQiX1PQY30ihBwK8q_pnXdB_43xHcD9Cuh6R_gRRg4uvWUwTQUfRSeLsYYkKRCxjmHr4lk4ODuQx-UA/s400/elementos.jpg)
Más tarde, estudia en el Timeo que los cambios en las formas necesitan de la percepción
para ser conocidas y ensaya luego conceptos de lo caliente, lo frío, lo
suave y lo áspero, lo blando y lo duro, lo placentero y lo doloroso,
etc. Y cómo los distintos órganos sensoriales conducen esas sensaciones
abriéndose paso hacia la inteligencia y el corazón.
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