martes, 29 de marzo de 2016

La recepción de Nietzsche en la España franquista


En España, la recepción de Nietzsche fue un fenómeno literario y cultural (como refleja el interés de autores de la generación del 98, como Azorín), destacando la figura de Miguel de Unamuno.
Tras la Guerra Civil y hasta la derrota alemana en la II Guerra Mundial, existieron algunas traducciones de las obras de Nietzsche, pero con el creciente nacionalcatolicismo del régimen franquista la censura impediría posteriormente  su difusión y estudio. La conmemoración del primer aniversario del nacimiento del filósofo, en 1944, su revitalización a través de artículos como el que Azorín publica en Arriba de 1941 (Nietzsche en España) provocaron la reacción del sector católico. Azorín afirmaba en su artículo: “El partido que aspire a levantar a España, tendrá que fundar su política en la filosofía de Nietzsche” (G. Sobejano, 1967). 
El jesuita Quintín Pérez, ante el temor de una nueva ola nietzscheana, publica en 1943 un libro, así como varios artículos en revistas como Razón y Fe, Escorial o Revista de Filosofía, en los que denunciaba las ideas no ortodoxas del pensador alemán, y lo consideraba "un acalorado y peligroso seductor de conciencias". Según el jesuita Pérez, urgía "prevenir a la juventud hispanoamericana contra la seductora candidez de ese niño blasfemo;  urge dar a los que no deben leerle alguna idea de él, a los que de todos modos han de leerle, un contraveneno, y a los que por necesidad tengan que leerle, una guía". (Vid. G. Sobejano, Nietzsche en España, Gredos, 2004).
 Nietzsche -afirmaba Quintín Pérez- se califica en filosofía de extravagante; en teología, de indocumentado; en religión, de fríamente blasfemo (Quintín Pérez, “La perversión de un talento”, Revista de Filosofía, nº 4 (1943), págs. 107-123)
La obra de Nietzsche entró en nuestro país en un silencio de veinte años.
Durante el franquismo se produjo una ruptura, respecto al periodo democrático republicano, con la labor de traducción, interpretación y comentario de gran parte de la filosofía moderna contemporánea. En el caso de Kant, por ejemplo, hasta 1969 solamente “se reeditan algunas traducciones hechas ya antes de la guerra y se importan traducciones, pero se producen muy pocas, apenas hay actividad en torno a sus obras fundamentales. Y apenas se produce tampoco bibliografía secundaria” (Ibón Uribarri Zenekorta, “Filosofía, traducción y censura” en Represura, nº 6, marzo 2009). El filósofo español  Javier Sádaba recordaba cómo, en su etapa en la Universidad jesuita de Comillas (Santander), tuvo que pedir permiso para leer a Kant: “Y es que Kant, como tantos otros, estaba en el Índice de los libros prohibidos por la Iglesia católica" (J. Sádaba, Dios y sus máscaras. Autobiografía en tres décadas, Temas de Hoy, Madrid, 1993, p. 128) .

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En los años 70, autores como Fernando Savater o Eugenio Trías representaron el resurgimiento en nuestro país del interés por el pensamiento nietzscheano (En favor de Nietzsche, 1973). Como ha señalado Manuel Cruz (El País, 20 mayo 2000), en esta recuperación, "no interesaba el Nietzsche definidor de la moral señorial o el excitador de la voluntad. Menos aún, por descontado, el Nietzsche que jugaba con palabras que, por decirlo con la expresión de Olivier Reboul, no son inocentes, palabras como señor, esclavo, raza, jerarquía, adiestramiento y selección. Interesaba el Nietzsche de la afirmación del eterno retorno, el crítico de la razón, de la religión y la cultura moderna, sin olvidar al poeta, al experimentador del instante, al redescubridor del azar o al defensor ferviente de la necesidad de aceptar sin sentimiento de culpa el devenir".
  
Cuestiones:
- Lee el artículo de Ibón Uribarri y señala el papel de la censura franquista en la recepción y traducción de algunas corrientes filosóficas en España. 
- Señala algunas de las influencias del pensamiento nietzscheano en los autores de la generación del 98.

Comparación de la temática tratada en el texto de Nietzsche "La razón en la filosofía" con otra posición filosófica

Como me pedisteis, os dejo algunas recomendaciones para la comparación del pensamiento de Nietzsche con otros autores.

a) Podéis leer el primer apartado de los apuntes titulado "La crítica a la tradición socrático-platónica y a la dialéctica". Como vimos, Nietzsche se opone en el texto que comentamos a las posiciones del idealismo filosófico, desde Platón hasta Hegel. En este apartado de los apuntes se explica con detalle esa crítica.

b) Si queréis centraros en Platón, como algunos habéis hecho, no debéis olvidaros de señalar que:
- Frente a la metafísica dualista de Platón (mundo de las ideas/mundo sensible), Nietzsche mantiene una concepción monista de la realidad, criticando la necesidad de crear mundo ficticios, distintos de la realidad plural, sensible y cambiante que configura nuestra existencia (algo que atribuye al resentimiento, al carácter calumniador de la vida del platonismo). Frente a la defensa platónica de la existencia de los universales (formas o ideas), Nietzsche es nominalista (sólo existen los entes particulares).
- Frente a la epistemología racionalista platónica que sitúa el conocimiento científico, frenta a la opinión sensible, en las entidades ideales e inmutables (las Ideas), Nietzsche defiende la importancia de los sentidos y el instinto en el conocimiento de lo real, y defiende el perspectivismo (frente a los que sostienen la validez universal del conocimiento científico). Frente al concepto que idolatran los filósofos idealistas, Nietzsche sostiene la importancia de la metáfora y la intuición estética como forma de acceso a la realidad.
- Frente a la ética intelectualista y universalista de Platón, que tiene como meta el conocimiento de la Idea absoluta de Bien, Nietzsche señala que los valores morales son una construcción humana, sin existencia objetiva ni carácter absoluto, sino histórico. Nietzsche resalta la importancia de las pasiones y el instinto, de nuestra dimensión irracional, a la vez que critica la moral del resentimiento, de odio de los que han creado esa moral de esclavos, calumniadora contra la vida.

c) Podéis compararlo con Ortega y Gasset, aunque es un autor que todavía no hemos comenzado a ver. Pero para que vayáis conociéndolo un poco, podemos hacerlo a partir de las semejanzas y diferencias con Nietzsche:
- Ambos insisten en la dimensión histórica del ser humano. Frente a la razón universal de Descartes, para ellos, la razón es también un producto histórico con el que el ser humano intenta enfrentar su existencia.
- Ambos exaltan la dimensión vital de la cultura. La cultura es una dimensión de la vida, se encuentra al servicio de la vida.
- Ambos defienden el perspectivismo. Nuestra visión de la realidad solo puede tener lugar desde una perspectiva particular. Nuestra visión de la realidad siempre será parcial, la de la perspectiva, y de las circunstancias históricas y vitales, que ocupamos en ese momento.
-  Comparten también cierto elitismo conservador en lo político que desconfía del socialismo y que distingue entre minorías dirigentes y masas. Las minorías son capaces de crear, de esforzarse en la superación de los viejos ideales, mientras que las masas imitan y se dejan llevar por el común.
- Pero se diferencian en la radicalidad de las propuestas de uno y otro. Mientras Ortega intenta integrar historia y vida, y recurre a la razón histórica y la razón vital, incorporando ideas de la tradición filosófica racionalista, Nietzsche adopta una posición mucho más crítica respecto a esa tradición y sus errores.
- Mientras para Ortega el perspectivismo no conduce al relativismo, sino que admite la objetividad del conocimiento, para Nietzsche no existe un conocimiento objetivo, sino meramente fenoménico y subjetivo, regido por una voluntad de poder individual. Ortega, además, no comparte el nihilismo de Nietzsche, la exaltación de los instintos o el ideal del superhombre.

Actualidad de Nietzsche

En la biografía que R. Safranski (Nietzsche, Barcelona, Tusquets, 2009) publicó sobre Nietzsche, aquél señala que "se debe a Nietzsche, de manera no exclusiva, pero sí principal, el hecho de que la palabra vida recibiera entonces un nuevo tono, un tono misterioso y seductor". A pesar de que la filosofía académica reaccionó al principio con sequedad, en la vida intelectual europea entre 1890 y 1914 adquirió un fuerte protagonismo la corriente vitalista, impulsada por la recepción de Nietzsche.  El término "vida" se convirtió así en un concepto central (lo mismo que antes los términos "ser", "naturaleza" o "Dios"), que se dirigía contra dos frentes: contra el idealismo académico neokantiano y las convenciones morales de la burguesía, y contra el materialismo y positivismo de finales del XIX. El vitalismo se entendía no como una filosofía sobre la vida, sino como una filosofía que quiere ser un órgano de esta vida, que quiere incrementarla, abrirla a nuevas formas y configuraciones.
"El nietzscheanismo se hizo tan popular que ya en los años noventa empezaron a publicarse parodias, sátiras y escritos difamadores sobre él". Pero la filosofía nietzscheana de la "voluntad de poder" no tuvo sus primeras repercusiones en la política sino en una visión estética: "Las más importantes corrientes artísticas de principios de siglo, el simbolismo, el modernismo, el expresionismo, se inspiraron en Nietzsche... También algunos compositores percibieron que con Nietzsche irrumpía una mística. Richard Strauss concibió en 1896 su poema sinfónico Así habló Zaratustra, y Gustav Mahler pretendía originariamente dar a su tercera sinfonía el nombre de La Gaya Ciencia".
A comienzos de la Primera Guerra Mundial, Nietzsche era tan popular que Así habló Zaratustra apareció en una edición especial de 150.000 ejemplares para los soldados del frente, junto con Fausto, de Goethe y el Nuevo Testamento.
La recepción de la obra de Nietzsche fue contradictoria: si por un lado fue utilizado por el círculo de la revolución conservadora, que imaginaban en la guerra un éxtasis nihilista; escritores como Herman Hesse denunciaban esa actitud de vasallaje con uniforme de guerrero.
El reconocimiento oficial de Nietzsche por parte del régimen nazi hizo sospechosa su obra tras la II Guerra Mundial. El filósofo alemán M. Heidegger colaboró a hacer aceptable la obra de Nietzsche (y de paso su propia obra, especialmente su discurso como rector en el periodo nazi), aunque reconociendo que Nietzsche era en parte utilizable por la ideología dominante. Más tarde, en los años 60, filósofos franceses como Bataille, Deleuze o Foucault harían una relectura de la obra nietzscheana incorporándolo definitivamente al canon académico.